Esto es poesía filosófica.
-¿Qué es poesía filosófica?-
-¿Qué es el señor Edgar Quinet?-
-¿Un filósofo?-¡Uh! ¿Uh!
-¿Un poeta?-¡Oh! ¡Oh!
Charles Baudelaire
miércoles, 2 de octubre de 2013
lunes, 30 de septiembre de 2013
Yo, narradora
Respecto a “La concepción simbólica de la cultura”
Nos encontramos inmersos entre libros, teorías y discusiones acerca de lo que es la cultura.
Tylor, Franz Boas, Geertz y un sin número decreciente de teóricos, pensadores antropólogos, han pasado por este mundo dejando sus legados de conocimientos vastos para esta cabecita que en verdad cuestiona y se cuestiona el por qué de lo simbólico.
Que si pasamos desde la cultura primitiva por el animismo y el misticismo, donde ni por la cabeza se nos cruzaba la loca idea de estudiar aquello con lo que convivíamos, éramos y sentíamos cada día; es porque era necesario hacerlo, para poder llegar hasta el descubrimiento de los signos, o mejor dicho, de la interpretación de los comportamientos aprendidos y aprehendidos.
Se que es necesario el que investigadores se sienten a discutir acerca de lo que ellos piensan es cultura, puesto que ni por consenso a través de todas las eras del tiempo, podríamos hacerlo.
Sin embargo, es ahí donde crece mi duda: si alguien cataloga mi conjunto de significaciones adquiridas ¿seguirán siendo del mismo modo reconocidas por el simbolismo que yo le otorgo a lo que el otro me nombra?
Así, entre lo concreto, lo abstracto y lo simbólico, la cultura debe reproducirse.
Los símbolos se producen, clasifican y adecuan en contextos dispares, pero a su vez, necesarios para su preservación; de ahí que la cultura tenga esa característica tan errante entre todos los sistemas sociales, porque si he de saber algo acerca de todo esto, es que lo único seguro es lo trashumante de las cosas.
Nos encontramos inmersos entre libros, teorías y discusiones acerca de lo que es la cultura.
Tylor, Franz Boas, Geertz y un sin número decreciente de teóricos, pensadores antropólogos, han pasado por este mundo dejando sus legados de conocimientos vastos para esta cabecita que en verdad cuestiona y se cuestiona el por qué de lo simbólico.
Que si pasamos desde la cultura primitiva por el animismo y el misticismo, donde ni por la cabeza se nos cruzaba la loca idea de estudiar aquello con lo que convivíamos, éramos y sentíamos cada día; es porque era necesario hacerlo, para poder llegar hasta el descubrimiento de los signos, o mejor dicho, de la interpretación de los comportamientos aprendidos y aprehendidos.
Se que es necesario el que investigadores se sienten a discutir acerca de lo que ellos piensan es cultura, puesto que ni por consenso a través de todas las eras del tiempo, podríamos hacerlo.
Sin embargo, es ahí donde crece mi duda: si alguien cataloga mi conjunto de significaciones adquiridas ¿seguirán siendo del mismo modo reconocidas por el simbolismo que yo le otorgo a lo que el otro me nombra?
Así, entre lo concreto, lo abstracto y lo simbólico, la cultura debe reproducirse.
Los símbolos se producen, clasifican y adecuan en contextos dispares, pero a su vez, necesarios para su preservación; de ahí que la cultura tenga esa característica tan errante entre todos los sistemas sociales, porque si he de saber algo acerca de todo esto, es que lo único seguro es lo trashumante de las cosas.
jueves, 8 de agosto de 2013
Códigos estéticos: Pierre Guiraud.
Todo lo que constituye al hombre, desde los inicios, está relacionado con los signos que ha creado para representar ciertos aspectos de su vida, y han quedado arraigados en su inconsciente y en los actos que lleva a cabo.
Cada cultura es capaz de crear sistemas sígnicos propios, pues es en ellos donde se fundamenta su existencia, a través de códigos que simbolizan aspectos que la identifican.
Son códigos bien estructurados y coherentes en su forma de concepción, pero el problema no es como están constituidos, sino, como son interpretados.
En los códigos estéticos observamos el valor que las personas pueden dar a ciertas experiencias o bien, marcar la diferencia en su psique. Las artes son una figuración de lo ya existente y el autor trata de crear nuevos estados de significación, que pronto serán generalizados para poder ser comprendidos. Mientras están en la mente del creador son puros e individuales, pero tienden a ser generalizados para así ser conocidos por los demás y tratar de despertar ciertas emociones al ser interpretados una vez más.
La religión es otro código ya estructurado, que se presta a la interpretación propia, la cual se ve definida por los fenómenos que rodean al individuo, exterior e interiormente. Así, alguien puede dar tanta importancia a las creencias simbólicas que profesa, como otro puede no dar importancia a tales cosas, simplemente porque no ha dado una significación a lo que los demás ya lo han hecho.
Los símbolos que encontramos en las religiones podríamos pensarlos diversos, pero están ligados a un mismo significado, tan establecido e interpretado. Para algunos, un símbolo da una significación específica, donde no cabe otra interpretación dada por alguien más, lo que nos señala una función poética, pues es de carácter personal, donde el significado viene de la necesidad del ser humano de creer en algo superior, en el caso de la religión, pensándola como un objeto-mensaje de una divinidad particular.
Son códigos culturales que tienen la significación poética escondida dentro de el pensamiento del individuo, quien los externa de modo en que puedan ser relacionados por los demás con algo particularmente común a su alrededor. Creados para tratar de definir algo que ha impactado al espectador y desea compartir con los demás, haciéndolos creer que cada uno tiene una percepción particular del fenómeno descrito, e involuntariamente son sumergidos en la misma idea del símbolo.
Es ahí dónde algunos sujetos, inmersos en un mundo de significados establecidos, llamados religión, tratan de establecer una nueva significación que se le da a tales símbolos, creando nuevas corrientes de pensamiento, según su concepción, siendo repudiados por otros que no conciben esta nueva función poética, que puede ser la misma en esencia pero deformada en estructura, el sentido se encuentra en como se hallan combinadas.
De este modo, en las artes y literaturas, la estructura de los símbolos es fundamental, pues pueden ser de un modo tan simple que de ellas salen diversas y complejas significaciones. La estructura define muchas veces la interpretación dada, pues un cambio en dicha estructura podría desencadenar más interpretaciones de las que se supone fueran y por tanto un desequilibrio en nuestro mundo semiótico.
Esto comprueba como estamos tan sujetos a tales sistemas y somos parte de ellos, si se suprime o cambia la estructura en la que nos encontramos, nuestras ideas se ven confundidas, haciendo de nuestra semiótica un caos, hasta que encontremos la significación principal, o de ella, iniciemos otra.
Todo lo anterior se podría resumir en la Hermenéutica, que permite que los signos hablen y nos descubran sus sentidos pues nuestro sistema de signos implícitos, latentes y puramente contingentes, dependen de un código que será dado por la estructura que se encuentre en función al momento de ser significada la función poética en los signos que nos rodean. Las significaciones estarán ahí sin darnos cuenta, pues surgen de un lugar donde ya estaban, y es nuestra mente la que hace estas combinaciones de lo nuevo con lo viejo, de lo desconocido con lo conocido, percibiendo los signos de una manera distinta cada vez que se nos presentan, haciendo nuevo nuestro encuentro con lo que ya hemos vivido.
miércoles, 31 de julio de 2013
Un apunte acerca de la Comunicación Intercultural
Comenzar hablando de comunicación se traduce en un imperante cuando se toca el tema de la interculturalidad, puesto que toda interacción supone un acto comunicativo; siendo sinceros, así sea del mismo entorno, nuestro interlocutor siempre tendrá una serie de ideas contrarias, difusas, exentas, mayores o menores que las nuestras, creando vínculos subjetivos y concretos, por eso la preocupación de generar estrategias de convivencia entre las diferencias ideológicas que enriquecen el plano del saber humano.
Para tratar de desenrollar la madeja enredadisa en la que cada día nos sumergimos por medio de símbolos y percepciones, debemos tomar en cuenta una palabrita que ha causado revuelo desde hace ya bastante tiempo: cultura, misma que se observa desde diferentes perspectivas caleidoscópicas, por un lado, fundamentada en el ámbito estructuralista con los clivajes y por otro la subjetivista con el habitus de Bourdieu, para terminar discerniendo entre la una y la otra y especular acerca de la más concreta: significaciones y sentidos que sirven para significar la vida.
Y es que al sentarnos a tomar una taza de té con nuestro acompañante no entendemos que son tantos los procesos, las estructuras y los modelos que explican cómo es que al decir ¿Te ha agradado el clima de hoy? podemos responder ¡Por supuesto! o un ¡Para nada, es terrible! y desde ahí comenzar una serie de ilaciones léxicas que nos conducirán al mundo de significados e interpretaciones del otro sujeto que tenemos enfrente. Porque tomarse el tiempo de conversar con el otro nos da la posibilidad de descubrir un habitus distinto al nuestro y a la vez, interiorizar algo de ello. Es decir, pocas veces nos damos cuenta de esa otredad.
Sin embargo, esto es planteado de una manera que podría pasar por utópica ya que las fronteras internas que son inherentes a todo individuo se presentan a la más mínima provocación dentro de toda interacción; quizá por el temor de una pérdida en el proceso comunicativo o simplemente por ser otra característica fáctica de la cultura, aún así, la preservación y el celo de los conocimientos tradicionales deberán pasar por la innovación para poder permanecer.
Es, entonces, la interculturalidad un proceso que corre por dos vías, una riesgosa y otra beneficiosa; la primera nos encausa a los conflictos propios de todo choque cultural (o compartición de signos), la segunda, corresponde a la creación de vínculos entre sujetos y significaciones quedan lugar a otras.
Sea como sea, lograr un pensamiento intercultural, es deber de cada comunicante, lo que requiere, humildad, apertura y sobre todo, imaginación de realidades subalternas.
Para tratar de desenrollar la madeja enredadisa en la que cada día nos sumergimos por medio de símbolos y percepciones, debemos tomar en cuenta una palabrita que ha causado revuelo desde hace ya bastante tiempo: cultura, misma que se observa desde diferentes perspectivas caleidoscópicas, por un lado, fundamentada en el ámbito estructuralista con los clivajes y por otro la subjetivista con el habitus de Bourdieu, para terminar discerniendo entre la una y la otra y especular acerca de la más concreta: significaciones y sentidos que sirven para significar la vida.
Y es que al sentarnos a tomar una taza de té con nuestro acompañante no entendemos que son tantos los procesos, las estructuras y los modelos que explican cómo es que al decir ¿Te ha agradado el clima de hoy? podemos responder ¡Por supuesto! o un ¡Para nada, es terrible! y desde ahí comenzar una serie de ilaciones léxicas que nos conducirán al mundo de significados e interpretaciones del otro sujeto que tenemos enfrente. Porque tomarse el tiempo de conversar con el otro nos da la posibilidad de descubrir un habitus distinto al nuestro y a la vez, interiorizar algo de ello. Es decir, pocas veces nos damos cuenta de esa otredad.
Sin embargo, esto es planteado de una manera que podría pasar por utópica ya que las fronteras internas que son inherentes a todo individuo se presentan a la más mínima provocación dentro de toda interacción; quizá por el temor de una pérdida en el proceso comunicativo o simplemente por ser otra característica fáctica de la cultura, aún así, la preservación y el celo de los conocimientos tradicionales deberán pasar por la innovación para poder permanecer.
Es, entonces, la interculturalidad un proceso que corre por dos vías, una riesgosa y otra beneficiosa; la primera nos encausa a los conflictos propios de todo choque cultural (o compartición de signos), la segunda, corresponde a la creación de vínculos entre sujetos y significaciones quedan lugar a otras.
Sea como sea, lograr un pensamiento intercultural, es deber de cada comunicante, lo que requiere, humildad, apertura y sobre todo, imaginación de realidades subalternas.
jueves, 25 de julio de 2013
The Promises
Este documental trata en muchas formas el principio latente de interculturalidad, y no solo porque los territorios palestino e israelí reflejen en sí la multiculturalidad en su geografía, sino, por las amplias aptitudes ante esta problemática que se remonta hace ya varios miles de años.
Para tratar de comprender un poco el conflicto entre estos dos grupos, tendríamos que remontarnos al tiempo en que cada cual salió y entró en la tierra que ahora proclaman como suya; por un lado los israelitas ya ocupaban un territorio específico en la ahora Península del Sinaí hasta el sur del Líbano y compartían cierta geografía con grupos musulmanes, sin embargo, la II Guerra Mundial hizo que miles de refugiados israelitas poblaran aún más éstas regiones, lo que conlleva a la demanda de mayor territorio (ya sea por razones religiosas o meramente necesarias); por otra, el pueblo palestino está cimentado en rebeliones, revueltas y conquistas al por mayor, así que no es nada nuevo que sean un pueblo que al verse reducidos en territorio, levantaron la voz (¡y las armas los fedayines!).
Aún así, se torna difícil para nosotros como occidentales comprender del todo las razones que hacen actuar de tal o cual forma a ambos grupos, ya sea por las diferencias interculturales o por el simple hecho de la frontera interna que surge al momento de plantearnos un problema extraño a nuestra realidad. De esta manera, bien podría resolver el problema con una frase tan imbécil como esta: los israelitas son un pueblo conflictivo desde sus orígenes, han tenido problemas con la mayoría de sus países vecinos por caprichos fanáticos; los palestinos, cansados de siempre perder en las batallas ahora no se dejan y se levantan en armas para defender lo poco que les queda de territorio e identidad. Algo como esto, mata toda esperanza en la posible comprensión intercultural y claro, en la razón humana ¿no? (Aunque bien podría pasar por el simple derecho a la expresión -¡sandez!-).
Sin embargo, para poder hablar de esto, se necesita estar en contacto con el problema, lo que requiere, un conocimiento de ambas culturas en temas de religión, política, historia, geografía, valores y un sin fin de significados inherentes a ellos, cosa que si parece bastante, no termina por completar los requerimientos, también sería indispensable interactuar con todo eso y si eso no fuera necesario, el desprendimiento de nuestra identidad sería el ultimo paso para la correcta comunicación, pero como sabemos que eso es un tanto imposible de realizar, se lanza un suspiro al aire dándonos cuenta de lo complicado que llega a ser encontrar el camino hacia la otredad.
Y de todas formas quedan algunas interrogativas: ¿con qué derecho nos aparecemos en una cultura diferente y decimos que lo que hacen es incorrecto? ¿Incorrecto o correcto para quién?
Y me pregunto también: al momento de tratar de interactuar y comprender ¿lo podré hacer de una manera adecuada o me quedaré anonada ante ese mundo inverosímil que se abre ante mí?
Para tratar de comprender un poco el conflicto entre estos dos grupos, tendríamos que remontarnos al tiempo en que cada cual salió y entró en la tierra que ahora proclaman como suya; por un lado los israelitas ya ocupaban un territorio específico en la ahora Península del Sinaí hasta el sur del Líbano y compartían cierta geografía con grupos musulmanes, sin embargo, la II Guerra Mundial hizo que miles de refugiados israelitas poblaran aún más éstas regiones, lo que conlleva a la demanda de mayor territorio (ya sea por razones religiosas o meramente necesarias); por otra, el pueblo palestino está cimentado en rebeliones, revueltas y conquistas al por mayor, así que no es nada nuevo que sean un pueblo que al verse reducidos en territorio, levantaron la voz (¡y las armas los fedayines!).
Aún así, se torna difícil para nosotros como occidentales comprender del todo las razones que hacen actuar de tal o cual forma a ambos grupos, ya sea por las diferencias interculturales o por el simple hecho de la frontera interna que surge al momento de plantearnos un problema extraño a nuestra realidad. De esta manera, bien podría resolver el problema con una frase tan imbécil como esta: los israelitas son un pueblo conflictivo desde sus orígenes, han tenido problemas con la mayoría de sus países vecinos por caprichos fanáticos; los palestinos, cansados de siempre perder en las batallas ahora no se dejan y se levantan en armas para defender lo poco que les queda de territorio e identidad. Algo como esto, mata toda esperanza en la posible comprensión intercultural y claro, en la razón humana ¿no? (Aunque bien podría pasar por el simple derecho a la expresión -¡sandez!-).
Sin embargo, para poder hablar de esto, se necesita estar en contacto con el problema, lo que requiere, un conocimiento de ambas culturas en temas de religión, política, historia, geografía, valores y un sin fin de significados inherentes a ellos, cosa que si parece bastante, no termina por completar los requerimientos, también sería indispensable interactuar con todo eso y si eso no fuera necesario, el desprendimiento de nuestra identidad sería el ultimo paso para la correcta comunicación, pero como sabemos que eso es un tanto imposible de realizar, se lanza un suspiro al aire dándonos cuenta de lo complicado que llega a ser encontrar el camino hacia la otredad.
Y de todas formas quedan algunas interrogativas: ¿con qué derecho nos aparecemos en una cultura diferente y decimos que lo que hacen es incorrecto? ¿Incorrecto o correcto para quién?
Y me pregunto también: al momento de tratar de interactuar y comprender ¿lo podré hacer de una manera adecuada o me quedaré anonada ante ese mundo inverosímil que se abre ante mí?
viernes, 19 de julio de 2013
¿Qué nos hace iguales? ¿Qué nos hace diferentes? en realidad, muchas cosas…
La situación de los migrantes de Centroamérica y Latinoamérica en México es un asunto sabido por muchos pero a su vez, poco profundizado. Más allá de intercambio cultural que se produce con la estadía de estas personas, lo que se lleva a cabo es una transformación de realidades. Realidades que suelen ser semejantes en América Latina.
Particularmente, es en nuestro país donde se llevan a cabo modificaciones aceleradas por parte de la cultura en la comprensión y construcción de la cotidianidad, pero, no queremos/podemos percatarnos de lo importantes que estás son para el desarrollo social.
Ahora bien, cuando hablamos de migrantes, siempre nos imaginamos a aquellos desafortunados mexicanos que cruzan la frontera norte en busca de una mejor vida, pero poco pensamos en la migración que existe en la frontera sur, donde personas con los mismos anhelos económicos se ven obligadas a realizar el viaje hacia Estados Unidos y pasar por México.
Cuando sabemos de ellos, creemos que son desertores sociales que buscan quitarnos la oportunidad de lo que sea que se crea que hay de bueno en el norte del continente, o simplemente, los vemos como los hermanos latinoamericanos del sur que no merecen estar en suelo mexicano, derivado de nuestra cultura contaminada por el egoísmo y el recelo históricamente explicable.
Existe una incomprensión de la interacción que se lleva a cabo al recibir migrantes latinos en un país latino, raro, pero cierto. Es decir, nos une –casi a todos- un mismo idioma, tenemos rasgos étnicos muy similares, compartimos procesos históricos de dominación e independencia, y por lo tanto no es lógica la intolerancia ante aquellos que ingresan al país.
Todorov explica esto como el descubrimiento del yo en el otro, proceso que en América Latina no se lleva a cabo del todo, puesto que la alteridad descansa en el egocentrismo.
Creemos que lo que hacemos está bien, que nosotros somos los poseedores de la verdad y que los extraños solo perturban lo ya perturbado en esta descompuesta sociedad mexicana.
Pero la realidad es otra: no somos capaces de generar una empatía hacia los problemas sociales fuera de nuestro entorno (quizá es eso lo que nos afecta internamente también), por eso, lo primero que pensamos hacer es desaprobar aquello que no conocemos porque no nos da la gana de conocerlo, porque no pensamos más allá de lo que vemos y creemos que creemos, no existe un cuestionamiento autónomo por la existencia propia.
Lo que da por entendido que si nosotros no cuestionamos lo que pasa a nuestro alrededor, entonces ¿cómo se supone que vivimos? a costa de pensamientos de otros, seguramente.
El documental abre la puerta a cuestionamientos acerca de cómo coexistimos, de las millones de posibilidades allá afuera, de querer experimentar con otros ojos, otra boca, otros oídos.
No podría decir que comprendo del todo el fenómeno que están viviendo, porque es ilógico que llegue a ese grado de conexión, pero saber que existe, ayuda a la suposición de imaginarios varios de contextos interculturales.
No pretendo decir más del tema, mi cabeza piensa acerca de esto y no quiero mezclar sentimentalismos ahora.
Particularmente, es en nuestro país donde se llevan a cabo modificaciones aceleradas por parte de la cultura en la comprensión y construcción de la cotidianidad, pero, no queremos/podemos percatarnos de lo importantes que estás son para el desarrollo social.
Ahora bien, cuando hablamos de migrantes, siempre nos imaginamos a aquellos desafortunados mexicanos que cruzan la frontera norte en busca de una mejor vida, pero poco pensamos en la migración que existe en la frontera sur, donde personas con los mismos anhelos económicos se ven obligadas a realizar el viaje hacia Estados Unidos y pasar por México.
Cuando sabemos de ellos, creemos que son desertores sociales que buscan quitarnos la oportunidad de lo que sea que se crea que hay de bueno en el norte del continente, o simplemente, los vemos como los hermanos latinoamericanos del sur que no merecen estar en suelo mexicano, derivado de nuestra cultura contaminada por el egoísmo y el recelo históricamente explicable.
Existe una incomprensión de la interacción que se lleva a cabo al recibir migrantes latinos en un país latino, raro, pero cierto. Es decir, nos une –casi a todos- un mismo idioma, tenemos rasgos étnicos muy similares, compartimos procesos históricos de dominación e independencia, y por lo tanto no es lógica la intolerancia ante aquellos que ingresan al país.
Todorov explica esto como el descubrimiento del yo en el otro, proceso que en América Latina no se lleva a cabo del todo, puesto que la alteridad descansa en el egocentrismo.
Creemos que lo que hacemos está bien, que nosotros somos los poseedores de la verdad y que los extraños solo perturban lo ya perturbado en esta descompuesta sociedad mexicana.
Pero la realidad es otra: no somos capaces de generar una empatía hacia los problemas sociales fuera de nuestro entorno (quizá es eso lo que nos afecta internamente también), por eso, lo primero que pensamos hacer es desaprobar aquello que no conocemos porque no nos da la gana de conocerlo, porque no pensamos más allá de lo que vemos y creemos que creemos, no existe un cuestionamiento autónomo por la existencia propia.
Lo que da por entendido que si nosotros no cuestionamos lo que pasa a nuestro alrededor, entonces ¿cómo se supone que vivimos? a costa de pensamientos de otros, seguramente.
El documental abre la puerta a cuestionamientos acerca de cómo coexistimos, de las millones de posibilidades allá afuera, de querer experimentar con otros ojos, otra boca, otros oídos.
No podría decir que comprendo del todo el fenómeno que están viviendo, porque es ilógico que llegue a ese grado de conexión, pero saber que existe, ayuda a la suposición de imaginarios varios de contextos interculturales.
No pretendo decir más del tema, mi cabeza piensa acerca de esto y no quiero mezclar sentimentalismos ahora.
miércoles, 10 de julio de 2013
Naui
Desde la época prehispánica, la danza ha sido un elemento fundamental para la construcción de los símbolos que rodean al mexicano.
El pueblo de Xochitlán, como el de muchos otros en nuestro país, cuenta con una tradición danzante que expresa parte importante de la idiosincrasia de esa comunidad. En ella, vemos reflejados diversas épocas y sucesos que ahora dan identidad a estos habitantes.
Es interesante observar que estas danzas se practican en varias regiones del país con diferentes variantes. Por ejemplo, en Guerrero cada diciembre se realiza “El paseo del pendón”, en donde se bailan las danzas de los Tlacololeros, Los diablos, Los Santiagos y Los tigres (jaguares), mismas que son muy parecidas a las de Xochitlán.
De este modo, la danza funge como transmisor de conocimientos: historia y cultura, lo que la convierte en un instrumento de interculturalidad, pues es en ella donde convergen los conocimientos de diferentes generaciones y regiones. En este caso la danza también se entiende como la unión de varios aspectos que dan características a la cultura de la que se trate.
Son estas expresiones artísticas, derivadas de los simbolismos creados alrededor de un objeto para su inclusión a la vida cotidiana, pero a la vez, es ese objeto el que describe la forma de vida y convivencia que se generará alrededor de él.
Así como el lenguaje fue construido por el humano y usado para darle sentido al ser de su creador, la danza como actividad que utiliza un lenguaje somático, también guarda la esencia de ser la pregunta y ser la respuesta, para la transmisión de conocimientos de identidad generacional.
Por estas razones, es necesaria fomentar la curiosidad por saber lo que se presenta diferente a nuestra realidad y después, un entendimiento de lo que se hace para poder seguir siendo en comunidad, tal como ellos lo hacen.
El pueblo de Xochitlán, como el de muchos otros en nuestro país, cuenta con una tradición danzante que expresa parte importante de la idiosincrasia de esa comunidad. En ella, vemos reflejados diversas épocas y sucesos que ahora dan identidad a estos habitantes.
Es interesante observar que estas danzas se practican en varias regiones del país con diferentes variantes. Por ejemplo, en Guerrero cada diciembre se realiza “El paseo del pendón”, en donde se bailan las danzas de los Tlacololeros, Los diablos, Los Santiagos y Los tigres (jaguares), mismas que son muy parecidas a las de Xochitlán.
De este modo, la danza funge como transmisor de conocimientos: historia y cultura, lo que la convierte en un instrumento de interculturalidad, pues es en ella donde convergen los conocimientos de diferentes generaciones y regiones. En este caso la danza también se entiende como la unión de varios aspectos que dan características a la cultura de la que se trate.
Son estas expresiones artísticas, derivadas de los simbolismos creados alrededor de un objeto para su inclusión a la vida cotidiana, pero a la vez, es ese objeto el que describe la forma de vida y convivencia que se generará alrededor de él.
Así como el lenguaje fue construido por el humano y usado para darle sentido al ser de su creador, la danza como actividad que utiliza un lenguaje somático, también guarda la esencia de ser la pregunta y ser la respuesta, para la transmisión de conocimientos de identidad generacional.
Por estas razones, es necesaria fomentar la curiosidad por saber lo que se presenta diferente a nuestra realidad y después, un entendimiento de lo que se hace para poder seguir siendo en comunidad, tal como ellos lo hacen.
jueves, 13 de junio de 2013
-Hasta ahora todo va…
La acción comunicativa intercultural es observada en una infinidad de escenarios, sin embargo, ahora trataré de comprenderla a través de un caso particular, la película La Haine (1995) usando particularmente la Teoría de la Gestión de la Ansiedad y la Incertidumbre de W. Gudykunst. En esta propuesta teórica Gudykunst afirma que la comunicación intercultural se da en la comunicación entre forasteros y nativos, lo cual genera mal entendidos por la diferencia en el uso de signos y lenguaje, lo que a su vez desencadena incertidumbre y ansiedad, de ahí se desprende la incertidumbre explicativa y la predictiva, que son mecanismos de respuesta ante lo “desconocido” que se presenta. Todo esto puede ser resuelto a través de la gestión de una comunicación efectiva en la que se desarrollan competencias comunicativas tales como la motivación, el conocimiento y la destreza.
Pero para entender esto, primero debemos diferenciar entre forastero y nativo; el primero de ellos es quien llega o se introduce a un entorno desconocido, mientras que el nativo es quien ha experimentado una adaptación anterior y ahora se desenvuelve en dicho entorno de una manera adecuada. En la película francesa, nos presentan a tres personajes principales, Vinz (judío), Hubert (negro) y Said (árabe), quienes representan perfectamente parte de los grupos más rechazados históricamente, ellos son vistos como forasteros, y tratados de tal manera. Sin embargo, a pesar de los malentendidos que Gudykunst anticipa, se logra crear dentro del desorden comunicativo, el orden para la convivencia entre los grupos señalados como forasteros, lo que demuestra que a pesar de todo, se sobrepase de alguna manera, esos malentendidos que William asevera.
Ahora, el problema se centra en el racismo y discriminación que han resultado de una construcción social derivada de la interpretación propia de la cultura francesa de la década de los ’90. Dicho de este modo, la respuesta es la identificación de este constructo (como lo señala el teórico), más no la identidad empática que pudo haber generado un espacio de diálogo o apertura dentro de los grupos relegados y los represores (faltante en esta teoría).
De esta manera, si en el nivel de identificación se planteara también la participación afectiva para la decodificación de la otra realidad estaríamos frente a la comprensión de los símbolos que conforman la alteridad y que nos hacen diferentes, comprendiendo que en la diferencia surge la brecha y la plataforma hacia nuevos métodos de comunicación, mismos que, no serán absolutos ni verdaderos ni para el uno ni para el otro, pero por lo menos se acercará a una comunicación más eficaz, sin tanta encrucijada.
Pero para entender esto, primero debemos diferenciar entre forastero y nativo; el primero de ellos es quien llega o se introduce a un entorno desconocido, mientras que el nativo es quien ha experimentado una adaptación anterior y ahora se desenvuelve en dicho entorno de una manera adecuada. En la película francesa, nos presentan a tres personajes principales, Vinz (judío), Hubert (negro) y Said (árabe), quienes representan perfectamente parte de los grupos más rechazados históricamente, ellos son vistos como forasteros, y tratados de tal manera. Sin embargo, a pesar de los malentendidos que Gudykunst anticipa, se logra crear dentro del desorden comunicativo, el orden para la convivencia entre los grupos señalados como forasteros, lo que demuestra que a pesar de todo, se sobrepase de alguna manera, esos malentendidos que William asevera.
Ahora, el problema se centra en el racismo y discriminación que han resultado de una construcción social derivada de la interpretación propia de la cultura francesa de la década de los ’90. Dicho de este modo, la respuesta es la identificación de este constructo (como lo señala el teórico), más no la identidad empática que pudo haber generado un espacio de diálogo o apertura dentro de los grupos relegados y los represores (faltante en esta teoría).
De esta manera, si en el nivel de identificación se planteara también la participación afectiva para la decodificación de la otra realidad estaríamos frente a la comprensión de los símbolos que conforman la alteridad y que nos hacen diferentes, comprendiendo que en la diferencia surge la brecha y la plataforma hacia nuevos métodos de comunicación, mismos que, no serán absolutos ni verdaderos ni para el uno ni para el otro, pero por lo menos se acercará a una comunicación más eficaz, sin tanta encrucijada.
viernes, 31 de mayo de 2013
SOCIEDAD CIVIL LAS ABEJAS
Antecedentes
El municipio de Chenalhó, ubicado en la región de los Altos, Chiapas, es habitado por indígenas tzotziles, quienes han formado una organización ampliamente conocida como Las Abejas.
Las Abejas son una Sociedad Civil que surgió como una respuesta colectiva ante el conflicto de tierras y justicia política. El 9 de diciembre de 1992, representantes de 22 comunidades se reunieron en Tzajalchen, en el municipio de Chenalhó y formaron una coalición para defender los derechos de propiedad de una mujer de la comunidad.
Treinta días antes, en la comunidad cercana de Tzanembolom, Agustín Hernández López declaró que no quería compartir las 120 hectáreas que heredó junto con sus dos hermanas, Catarina y María. Su argumento era que “como mujeres” ellas no podían tener ningún derecho sobre dichas tierras; esto, ocasionó que miembros de la comunidad se reunieran en consejo para examinar la querella. Así fue que la comunidad de Tzanembolom decidió dividir las tierras en tres partes iguales, dando justicia y equidad a todos los hermanos. Sin embargo, Agustín Hernández López y su grupo, secuestraron a sus dos hermanas junto con sus hijos, y las forzaron a firmar documentos en los cuales renunciaban a sus tierras. Ante esto, varios representantes de 22 comunidades del municipio, se organizaron para apoyar a las dos hermanas y defender sus comunidades de posibles ataques. Después, el grupo agresor, hirió a un miembro de la comisión constitucional de Tzajalchen, quien fue llevado a un hospital en San Cristóbla por su gente, misma que fue arrestada injustamente por las autoridades municipales. Esto desencadenó marchas desde Yabteclum hasta San Cristóbal de Las Casas por parte del grupo de Las Abejas, quienes lograron la liberación de sus compañeros arrestados. (Tavanti, 2003).
El nombre de la organización se debe al simbolismo de su identidad colectiva y las acciones que van dirigidas hacia la defensa de los derechos de la comunidad. Ellos, trabajan como un movimiento colectivo donde la comunicación entre los miembros de la organización, están en constante comunicación entre ellos mismos.
Su visión religiosa incluye identidades tan variadas como la católica, la presbiteriana e incluso la maya tradicional.
Levantamiento zapatista
En Chiapas se han desarrollado desde 1994, dos grandes bloques de experiencias de autonomías de facto: las experiencias de autonomía civil y las de autonomía zapatista. Dentro de la primera, cabe la declaratoria de autonomía que realizó un importante segmento del movimiento indígena chiapaneco como estrategia de presión en su lucha por lograr la instauración de un régimen de autonomía regional pluriétnica, propuesto en sus documentos pragmáticos –de las Regiones Autónomas Pluriétnicas-. También, dentro de ella caben las declaraciones de municipios libres y autónomos que realizaron comunidades y grupos, como mecanismos de presión para lograr del gobierno la instauración de nuevos municipios.
“Dentro de las autonomía zapatistas, están los territorios que militarmente controla el EZLN o que constituyes las bases de apoyo zapatistas. Es así como el municipio de Chenalhó, fue constituido como Región Autónoma del EZLN” (Mattiace, 2002).
Así, el municipio de Chenalhó y el grupo de Las Abejas, comparten la ideología liberadora para los pueblos indígenas que plantea el EZLN, sin embargo, se oponen y rechazan las prácticas violentas que utiliza el ejército zapatista; esto, debido a su ideología arraigada en el pacifismo, el respeto y la tolerancia.
Masacre en Acteal
El municipio de Chenalhó está constituido por 96 localidades, una de ellas es Acteal, la cual está compuesta en su totalidad por indígenas tzotziles. Fue ésta la población más afectada por los conflictos entre paramilitares y miembros del EZLN en el año de 1997 debido a su ubicación intermedia entre partidarios del PRI y las bases de apoyo al Ejército Zapatista.
Para suprimir la disidencia y mantener sus organizaciones, los paramilitares utilizaron en Chenalhó tácticas tales como: obligar a la gente a trabajar para ellos, crear impuestos de guerra, o forzarlos a participar en operaciones para expulsar de sus casas a miembros de la sociedad civil. De esta manera se crearon los campamentos de desplazados, en un virtual estado de sitio para los desalojados. (Mattiace, 2002).
Las personas desplazadas del poblado de Acteal se encontraban en un campamento ubicado en Los Naranjos. El 22 de diciembre fueron atacados integrantes del grupo de Las Abejas, entre los que se encontraban 29 mujeres, 15 niños y 9 hombres que perecieron ante hombres armados pertenecientes al grupo paramilitar denominado “La Máscara Roja”.
El asunto jamás se pudo esclarecer debido al encubrimiento de hechos por parte del gobierno mexicano, sin embargo, esto propició nuevas demandas por parte de los grupos autónomas de Chiapas y la sociedad civil internacional.
La trágica experiencia, volcó a los indígenas tzotziles en la interpretación de los hechos como el olvido de todo lo que aprendieron sobre ser verdaderos hombres y mujeres; “habían perdido sus almas” (Eber y Rosenbaum, 2001, citado por Mattiace, 2002)
La respuesta de Las Abejas
En 1998 representantes de Las Abejas y zapatistas crearon un comité de reconciliación para establecer términos de cooperación, pidiendo al gobierno de Chiapas:
1) Llevar ante la justicia a aquellos responsables por el desplazamiento; 2) Pagar las reparaciones por las pérdidas que han sufrido; 3) Recibir otras tierras o recibir el estado legal de su propiedad actual; 4) Reconocer oficialmente y respetar el Acuerdo de San Andrés.
La creación de cooperativas supuso la respuesta adecuada por parte de esta sociedad civil, la cual, surge de la visión zapatista de autodesarrollo comunal pactada en los Acuerdos de San Andrés. Algunas de las cooperativas más exitosas han sido la cooperativa de café Maya Vinic, y la organización Mayaik de artesanos. Ambas cooperativas exportan sus productos al extranjero a pesar de los continuos despojos que los paramilitares realizan en las comunidades (Rebón, 2001).
Como prueba del arduo trabajo que Las Abejas siguen realizando, en 2001, recibieron el Premio de Derechos Humanos que otorga la República Francesa, esto, por su trabajo en pro de la defensa de la identidad cultural de los indígenas en México.
El pueblo tzotzil de Las Abejas, entiende los problemas que ha tenido, como pruebas de fe y de arraigo espiritual, volcándolos así, en un proceso de reconciliación con sus mismos agresores, mismo que parte de su ideología de paz y tolerancia liberadora en la sociedad.
Bibliografía
Libros:
GARZA, Anna María. (2002). Género, interlegalidad y conflicto en San Pedro Chenalhó. México: UNAM
MATTIACE, Shannan; Hernández, Rosalva Aída; Rus, Jan. (2002). Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del Zapatismo en Chiapas. México: Centro de investigaciones y estudios superiores en Antropología Social; International Work group for indigenous affairs.
REBÓN, Julián. (2001). Conflicto Armado y Desplazamiento de Población: Chiapas, 1994-1998. México: FLACSO.
TAVANTI, Morco. (2003). Las Abejas: Pacifist Resistance and Syncretic Identities in a Globalizing. Estados Unidos: Routledge.
Revistas Científicas:
BRUNEL Manse, Claudia & Delfín-Fuentes Yliana & Bello Baltazar, E., (2011). “Contribución de organizaciones de productores a la sustentabilidad de sus territorios, Guaya'b y Maya Vinic. Ra Ximhai”, 7,pp. 313-330
KOVIC, Christine,. (2003) "The Struggle for Liberation and Reconciliation in Chiapas, Mexico: Las Abejas and the Path of Nonviolent Resistance”, Latin American Perspectives 30(3), pp. 50-68
VARGAS Hernández, José. (2007). “Movimientos sociales para el reconocimiento de los movimientos y la ecología política indígenas”. Redalyc, 41, pp. 225, 239
Páginas web
Las Abejas de Acteal. (2001). Las Abejas de Acteal: sitio web de la sociedad civil de las abejas. Recuperado el martes, 16 de abril de 2013 11:42:02 a.m de http://acteal.blogspot.mx/
Sociedad Cooperativa de Producción “tzetzal-tzotzil” (2002) Sociedad Cooperativa de Producción “tzetzal-tzotzil” S.C.L.. Recuperado el martes, 16 de abril de 2013 10:42:02 a.m de http://www.redindigena.net/organinteg/tzetzo.html
El municipio de Chenalhó, ubicado en la región de los Altos, Chiapas, es habitado por indígenas tzotziles, quienes han formado una organización ampliamente conocida como Las Abejas.
Las Abejas son una Sociedad Civil que surgió como una respuesta colectiva ante el conflicto de tierras y justicia política. El 9 de diciembre de 1992, representantes de 22 comunidades se reunieron en Tzajalchen, en el municipio de Chenalhó y formaron una coalición para defender los derechos de propiedad de una mujer de la comunidad.
Treinta días antes, en la comunidad cercana de Tzanembolom, Agustín Hernández López declaró que no quería compartir las 120 hectáreas que heredó junto con sus dos hermanas, Catarina y María. Su argumento era que “como mujeres” ellas no podían tener ningún derecho sobre dichas tierras; esto, ocasionó que miembros de la comunidad se reunieran en consejo para examinar la querella. Así fue que la comunidad de Tzanembolom decidió dividir las tierras en tres partes iguales, dando justicia y equidad a todos los hermanos. Sin embargo, Agustín Hernández López y su grupo, secuestraron a sus dos hermanas junto con sus hijos, y las forzaron a firmar documentos en los cuales renunciaban a sus tierras. Ante esto, varios representantes de 22 comunidades del municipio, se organizaron para apoyar a las dos hermanas y defender sus comunidades de posibles ataques. Después, el grupo agresor, hirió a un miembro de la comisión constitucional de Tzajalchen, quien fue llevado a un hospital en San Cristóbla por su gente, misma que fue arrestada injustamente por las autoridades municipales. Esto desencadenó marchas desde Yabteclum hasta San Cristóbal de Las Casas por parte del grupo de Las Abejas, quienes lograron la liberación de sus compañeros arrestados. (Tavanti, 2003).
El nombre de la organización se debe al simbolismo de su identidad colectiva y las acciones que van dirigidas hacia la defensa de los derechos de la comunidad. Ellos, trabajan como un movimiento colectivo donde la comunicación entre los miembros de la organización, están en constante comunicación entre ellos mismos.
Su visión religiosa incluye identidades tan variadas como la católica, la presbiteriana e incluso la maya tradicional.
Levantamiento zapatista
En Chiapas se han desarrollado desde 1994, dos grandes bloques de experiencias de autonomías de facto: las experiencias de autonomía civil y las de autonomía zapatista. Dentro de la primera, cabe la declaratoria de autonomía que realizó un importante segmento del movimiento indígena chiapaneco como estrategia de presión en su lucha por lograr la instauración de un régimen de autonomía regional pluriétnica, propuesto en sus documentos pragmáticos –de las Regiones Autónomas Pluriétnicas-. También, dentro de ella caben las declaraciones de municipios libres y autónomos que realizaron comunidades y grupos, como mecanismos de presión para lograr del gobierno la instauración de nuevos municipios.
“Dentro de las autonomía zapatistas, están los territorios que militarmente controla el EZLN o que constituyes las bases de apoyo zapatistas. Es así como el municipio de Chenalhó, fue constituido como Región Autónoma del EZLN” (Mattiace, 2002).
Así, el municipio de Chenalhó y el grupo de Las Abejas, comparten la ideología liberadora para los pueblos indígenas que plantea el EZLN, sin embargo, se oponen y rechazan las prácticas violentas que utiliza el ejército zapatista; esto, debido a su ideología arraigada en el pacifismo, el respeto y la tolerancia.
Masacre en Acteal
El municipio de Chenalhó está constituido por 96 localidades, una de ellas es Acteal, la cual está compuesta en su totalidad por indígenas tzotziles. Fue ésta la población más afectada por los conflictos entre paramilitares y miembros del EZLN en el año de 1997 debido a su ubicación intermedia entre partidarios del PRI y las bases de apoyo al Ejército Zapatista.
Para suprimir la disidencia y mantener sus organizaciones, los paramilitares utilizaron en Chenalhó tácticas tales como: obligar a la gente a trabajar para ellos, crear impuestos de guerra, o forzarlos a participar en operaciones para expulsar de sus casas a miembros de la sociedad civil. De esta manera se crearon los campamentos de desplazados, en un virtual estado de sitio para los desalojados. (Mattiace, 2002).
Las personas desplazadas del poblado de Acteal se encontraban en un campamento ubicado en Los Naranjos. El 22 de diciembre fueron atacados integrantes del grupo de Las Abejas, entre los que se encontraban 29 mujeres, 15 niños y 9 hombres que perecieron ante hombres armados pertenecientes al grupo paramilitar denominado “La Máscara Roja”.
El asunto jamás se pudo esclarecer debido al encubrimiento de hechos por parte del gobierno mexicano, sin embargo, esto propició nuevas demandas por parte de los grupos autónomas de Chiapas y la sociedad civil internacional.
La trágica experiencia, volcó a los indígenas tzotziles en la interpretación de los hechos como el olvido de todo lo que aprendieron sobre ser verdaderos hombres y mujeres; “habían perdido sus almas” (Eber y Rosenbaum, 2001, citado por Mattiace, 2002)
La respuesta de Las Abejas
En 1998 representantes de Las Abejas y zapatistas crearon un comité de reconciliación para establecer términos de cooperación, pidiendo al gobierno de Chiapas:
1) Llevar ante la justicia a aquellos responsables por el desplazamiento; 2) Pagar las reparaciones por las pérdidas que han sufrido; 3) Recibir otras tierras o recibir el estado legal de su propiedad actual; 4) Reconocer oficialmente y respetar el Acuerdo de San Andrés.
La creación de cooperativas supuso la respuesta adecuada por parte de esta sociedad civil, la cual, surge de la visión zapatista de autodesarrollo comunal pactada en los Acuerdos de San Andrés. Algunas de las cooperativas más exitosas han sido la cooperativa de café Maya Vinic, y la organización Mayaik de artesanos. Ambas cooperativas exportan sus productos al extranjero a pesar de los continuos despojos que los paramilitares realizan en las comunidades (Rebón, 2001).
Como prueba del arduo trabajo que Las Abejas siguen realizando, en 2001, recibieron el Premio de Derechos Humanos que otorga la República Francesa, esto, por su trabajo en pro de la defensa de la identidad cultural de los indígenas en México.
El pueblo tzotzil de Las Abejas, entiende los problemas que ha tenido, como pruebas de fe y de arraigo espiritual, volcándolos así, en un proceso de reconciliación con sus mismos agresores, mismo que parte de su ideología de paz y tolerancia liberadora en la sociedad.
Bibliografía
Libros:
GARZA, Anna María. (2002). Género, interlegalidad y conflicto en San Pedro Chenalhó. México: UNAM
MATTIACE, Shannan; Hernández, Rosalva Aída; Rus, Jan. (2002). Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del Zapatismo en Chiapas. México: Centro de investigaciones y estudios superiores en Antropología Social; International Work group for indigenous affairs.
REBÓN, Julián. (2001). Conflicto Armado y Desplazamiento de Población: Chiapas, 1994-1998. México: FLACSO.
TAVANTI, Morco. (2003). Las Abejas: Pacifist Resistance and Syncretic Identities in a Globalizing. Estados Unidos: Routledge.
Revistas Científicas:
BRUNEL Manse, Claudia & Delfín-Fuentes Yliana & Bello Baltazar, E., (2011). “Contribución de organizaciones de productores a la sustentabilidad de sus territorios, Guaya'b y Maya Vinic. Ra Ximhai”, 7,pp. 313-330
KOVIC, Christine,. (2003) "The Struggle for Liberation and Reconciliation in Chiapas, Mexico: Las Abejas and the Path of Nonviolent Resistance”, Latin American Perspectives 30(3), pp. 50-68
VARGAS Hernández, José. (2007). “Movimientos sociales para el reconocimiento de los movimientos y la ecología política indígenas”. Redalyc, 41, pp. 225, 239
Páginas web
Las Abejas de Acteal. (2001). Las Abejas de Acteal: sitio web de la sociedad civil de las abejas. Recuperado el martes, 16 de abril de 2013 11:42:02 a.m de http://acteal.blogspot.mx/
Sociedad Cooperativa de Producción “tzetzal-tzotzil” (2002) Sociedad Cooperativa de Producción “tzetzal-tzotzil” S.C.L.. Recuperado el martes, 16 de abril de 2013 10:42:02 a.m de http://www.redindigena.net/organinteg/tzetzo.html
jueves, 18 de abril de 2013
ELEMENTOS PARA UNA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL
Hemos hablado ya de lo qué es lo intercultural, sin embargo, faltaba hablar acerca de cómo acercarnos a este tipo de comunicación.
Para poder llevarlo a cabo, necesitamos la sinergia de lo emotivo y lo cognitivo, métodos que sin duda, habrían de conjugarse para dar cabida a la metacomunicación de la que deseamos tomar parte. Así, el saber acerca de nuestra cultura se convierte en un imperante para después conocer otra, ¿pues cómo podríamos andar por el mundo escuchando las más de mil voces sin antes escuchar y comprender la nuestra?, o peor aún, ¿qué necio hablaría con los otros sin siquiera tener la certeza de formular una pregunta o respuesta adecuada?
A fin de cuentas lo que se trata de hacer es lograr construir un sentido, una dirección lo más aproximada posible a la realidad de los interlocutores, que si bien, no es la más acertada, por lo menos es la más adecuada. En este sentido, no debemos olvidar que la incertidumbre siempre estará presente en todo fenómeno comunicativo, ya sea entre miembros de una misma cultura, como en los de una diferente, así, se extrae la incertidumbre predictiva y explicativa, que hacen referencia a la incertidumbre de las reacciones que pudiese provocar la interacción con el otro y la forma en que esta interacción sea concebida o interiorizada consecuentemente.
Sin embargo, en la parte emotiva de lo intercultural, se hace necesario soportar la ambigüedad que rodea los símbolos entre una cultura y otra, pues en toda interacción, siempre se generará un conocimiento no del todo explícito, por ello es tan necesaria la paciencia, así como la empatía y la curiosidad quienes fungen l aparte complementaria en cuanto a comprensión y deseo de conocer.
Todo esto, está íntimamente relacionado con la pregunta de Lenkersdorf ¿por qué no nos hacemos las mismas preguntas desde la otra cultura? o bien, ¿cómo reconocernos en la otra cultura?
De hecho, si lo pensamos un poco, veremos que son las mismas diferencias las que nos unen, quizá no iguales, porque eso sería imposible, pero si lo bastante parecidos para estrechar lazos de comunicación y cooperación entre uno y otro, entre esto y aquello.
Se comunica con los otros para vivir separado de ellos y a la vez permanecer en comunidad.
Para poder llevarlo a cabo, necesitamos la sinergia de lo emotivo y lo cognitivo, métodos que sin duda, habrían de conjugarse para dar cabida a la metacomunicación de la que deseamos tomar parte. Así, el saber acerca de nuestra cultura se convierte en un imperante para después conocer otra, ¿pues cómo podríamos andar por el mundo escuchando las más de mil voces sin antes escuchar y comprender la nuestra?, o peor aún, ¿qué necio hablaría con los otros sin siquiera tener la certeza de formular una pregunta o respuesta adecuada?
A fin de cuentas lo que se trata de hacer es lograr construir un sentido, una dirección lo más aproximada posible a la realidad de los interlocutores, que si bien, no es la más acertada, por lo menos es la más adecuada. En este sentido, no debemos olvidar que la incertidumbre siempre estará presente en todo fenómeno comunicativo, ya sea entre miembros de una misma cultura, como en los de una diferente, así, se extrae la incertidumbre predictiva y explicativa, que hacen referencia a la incertidumbre de las reacciones que pudiese provocar la interacción con el otro y la forma en que esta interacción sea concebida o interiorizada consecuentemente.
Sin embargo, en la parte emotiva de lo intercultural, se hace necesario soportar la ambigüedad que rodea los símbolos entre una cultura y otra, pues en toda interacción, siempre se generará un conocimiento no del todo explícito, por ello es tan necesaria la paciencia, así como la empatía y la curiosidad quienes fungen l aparte complementaria en cuanto a comprensión y deseo de conocer.
Todo esto, está íntimamente relacionado con la pregunta de Lenkersdorf ¿por qué no nos hacemos las mismas preguntas desde la otra cultura? o bien, ¿cómo reconocernos en la otra cultura?
De hecho, si lo pensamos un poco, veremos que son las mismas diferencias las que nos unen, quizá no iguales, porque eso sería imposible, pero si lo bastante parecidos para estrechar lazos de comunicación y cooperación entre uno y otro, entre esto y aquello.
Se comunica con los otros para vivir separado de ellos y a la vez permanecer en comunidad.
domingo, 24 de marzo de 2013
'oj kal awab'yex jas xchin' ja jk'ujoli
Existe una vieja leyenda entre los habitantes de una región en Italia, la cual cuenta que en las noches más tranquilas, lejos de las ciudades, allá, en la espesura del bosque, se puede oír el canto de las estrellas y el misterio del tiempo con tan solo acostarse en la hierba, cerrar los ojos y respirar, entonces la tierra hablará para aquel que sepa escuchar.
El ser humano ha pasado su existencia buscando las verdades universales, para, por medio de éstas, poder conocerse a sí mismo. Sin embargo, lo mucho que ha logrado ha sido poco en comparación con lo que hubiese podido haber descubierto con la simple acción de escuchar.
No quiero parecer una moralista más que encuentra en el escuchar la panacea imperante en toda sociedad, pero debo aclarar que es ésta acción la que constituye buena parte de la evolución por la que hemos atravesado a lo largo de los siglos.
Como todo proceso comunicativo, escuchar requiere habilidades especiales para poder llevar a cabo ésta acción. Un ejemplo atrayente acerca de cómo una cultura expresa este fenómeno, es el de los tojolabales, quienes, por lo que interpretamos, conciben el hablar y el escuchar, como elementos integrados en una sola acción; es decir: yo hablo y tú me escuchas, puesto que somos parte el uno del otro en la concepción ontológica del nosotros. (¡Sería hermoso si nuestro intelecto occidental pudiera comprenderlo y aplicarlo!).
Lenkersdorf realiza una importante aportación al enfatizar la habilidad de este grupo para realizar una actividad que poco profundizamos en nuestra cotidianidad; más allá de la mirada utópica, nos da la pauta para poder acercarnos a aquellas sociedades que son ajenas a nosotros.
Nos enseñan que escuchar lo que el corazón habla se lleva a cabo cuando existe un emparejamiento de los que interactúan, hecho que se complica cuando el que escucha no está relacionado con la cosmovisión del que habla, de tal manera que para escuchar al otro, deberá existir un desprendimiento de códigos naturales adquiridos, para así, tratar de recibir el mensaje lo más puro posible, uniéndolo a la disposición de comprender las creencias y saberes del hablante. (Claro que esto se torna solo una idealización, pues el lenguaje se transforma desde el momento en que se produce).
Sea como sea, es innegable que en cuanto a comunicación (específicamente el acto de escuchar) la comunidad tojolabal –como otras tantas comunidades indígenas- nos lleva un largo trecho.
Quizá nuestro problema radique en la complejidad del mero acto comunicativo; complejidad que, amedrenta la siempre latente y desganada intención occidental del escuchar.
El ser humano ha pasado su existencia buscando las verdades universales, para, por medio de éstas, poder conocerse a sí mismo. Sin embargo, lo mucho que ha logrado ha sido poco en comparación con lo que hubiese podido haber descubierto con la simple acción de escuchar.
No quiero parecer una moralista más que encuentra en el escuchar la panacea imperante en toda sociedad, pero debo aclarar que es ésta acción la que constituye buena parte de la evolución por la que hemos atravesado a lo largo de los siglos.
Como todo proceso comunicativo, escuchar requiere habilidades especiales para poder llevar a cabo ésta acción. Un ejemplo atrayente acerca de cómo una cultura expresa este fenómeno, es el de los tojolabales, quienes, por lo que interpretamos, conciben el hablar y el escuchar, como elementos integrados en una sola acción; es decir: yo hablo y tú me escuchas, puesto que somos parte el uno del otro en la concepción ontológica del nosotros. (¡Sería hermoso si nuestro intelecto occidental pudiera comprenderlo y aplicarlo!).
Lenkersdorf realiza una importante aportación al enfatizar la habilidad de este grupo para realizar una actividad que poco profundizamos en nuestra cotidianidad; más allá de la mirada utópica, nos da la pauta para poder acercarnos a aquellas sociedades que son ajenas a nosotros.
Nos enseñan que escuchar lo que el corazón habla se lleva a cabo cuando existe un emparejamiento de los que interactúan, hecho que se complica cuando el que escucha no está relacionado con la cosmovisión del que habla, de tal manera que para escuchar al otro, deberá existir un desprendimiento de códigos naturales adquiridos, para así, tratar de recibir el mensaje lo más puro posible, uniéndolo a la disposición de comprender las creencias y saberes del hablante. (Claro que esto se torna solo una idealización, pues el lenguaje se transforma desde el momento en que se produce).
Sea como sea, es innegable que en cuanto a comunicación (específicamente el acto de escuchar) la comunidad tojolabal –como otras tantas comunidades indígenas- nos lleva un largo trecho.
Quizá nuestro problema radique en la complejidad del mero acto comunicativo; complejidad que, amedrenta la siempre latente y desganada intención occidental del escuchar.
lunes, 18 de marzo de 2013
Die weisee massai
La importancia de esta película, radica en la comprensión de espacios interculturales inherentes al ser humano, es decir, la conciencia de la otredad cultural, sobre todo entre razas diferentes.
Si aquí en México, que es una nación multicultural nos cuesta ponernos de acuerdo en asuntos tan básicos como la educación o la forma de gobernar, las diferencias que podemos hallar de un país a otro, hacen de la comunicación un fenómeno complejo.
Lejos del asunto pasional entre Corinne y Lketinga, lo que se muestra es una compleja relación donde los sentidos y los hechos que rodean a esta pareja, demuestran las diferencias sociales y culturales que hay entre ella y él. Por ejemplo, podríamos hablar de un tema tan universal como el amor para partir de ahí. En este caso, el amor es entendido de diferentes formas en todos lados, incluso en nuestro mismo grupo de amigos; para Lketinga en el amor no había muestras de afecto o ternura, para Corinne, la forma occidental del amor, le sugería ternura y sensibilidad porque así se lo han enseñado.
Es decir, nosotros somos por lo que hay a nuestro alrededor, somos por los otros, nos construimos y nos construyen; y es en esa construcción colectiva, donde hallamos el sentido de lo que llamamos “vida”, porque incluso se nos dice cómo se debe vivir. Y no es que sea malo, de hecho, es necesario; sin embargo, el descubrimiento interno tiene que ver con ese libre albedrío del cual todos hablan y nadie dice cómo encontrarlo, mismo que sugeriría una autopoiesis, si la hubiera (ya nada es nuevo-Magritte).
Pero dejando de lado a las representaciones sociales del imaginario colectivo (imaginando creamos), pensemos en un tema más, el desarrollo. Corinne, como típica occidental capitalista, tenía una visión del desarrollo errónea para la comunidad en donde se encontraba, o más bien, para el matrimonio que había formado con su guerrero massai. Y es que siempre pensamos (como buenos occidentales) que el desarrollo es aquel que viene ligado al factor económico, lo que es una aberración en muchos entornos.
Quien de verdad está interesado en el desarrollo de alguna comunidad, es aquel que primero se documenta acerca de las costumbres del lugar, el modo de vida, las actividades económicas y culturales, las personas que dirigen a la comunidad y demás factores, que en conjunto, generan una visión amplia acerca de lo que es, lo que se necesita y el cómo se logrará el desarrollo.
No se trata de intervenir por el simple hecho de hacerlo, sino que requiere un estudio un tanto antropológico y sociológico, además de considerar los riesgos de la intervención.
El error generalmente está en el desconocimiento, el no saber el terreno que se pisa y caminar por ahí como si el mundo fuese tan solo de unos cuantos. El error es, el no ver más allá de uno mismo, cerrar los ojos y la mente a la inmensidad de posibilidades que esperan por nosotros, el dejar de cuestionarse.
Ese fue el mayor error de Corinne.
Si tan solo hubiese sido una antropóloga, o socióloga, o historiadora, o comunicóloga…seguro que le pudo haber costado un poquito menos de trabajo.
Si aquí en México, que es una nación multicultural nos cuesta ponernos de acuerdo en asuntos tan básicos como la educación o la forma de gobernar, las diferencias que podemos hallar de un país a otro, hacen de la comunicación un fenómeno complejo.
Lejos del asunto pasional entre Corinne y Lketinga, lo que se muestra es una compleja relación donde los sentidos y los hechos que rodean a esta pareja, demuestran las diferencias sociales y culturales que hay entre ella y él. Por ejemplo, podríamos hablar de un tema tan universal como el amor para partir de ahí. En este caso, el amor es entendido de diferentes formas en todos lados, incluso en nuestro mismo grupo de amigos; para Lketinga en el amor no había muestras de afecto o ternura, para Corinne, la forma occidental del amor, le sugería ternura y sensibilidad porque así se lo han enseñado.
Es decir, nosotros somos por lo que hay a nuestro alrededor, somos por los otros, nos construimos y nos construyen; y es en esa construcción colectiva, donde hallamos el sentido de lo que llamamos “vida”, porque incluso se nos dice cómo se debe vivir. Y no es que sea malo, de hecho, es necesario; sin embargo, el descubrimiento interno tiene que ver con ese libre albedrío del cual todos hablan y nadie dice cómo encontrarlo, mismo que sugeriría una autopoiesis, si la hubiera (ya nada es nuevo-Magritte).
Pero dejando de lado a las representaciones sociales del imaginario colectivo (imaginando creamos), pensemos en un tema más, el desarrollo. Corinne, como típica occidental capitalista, tenía una visión del desarrollo errónea para la comunidad en donde se encontraba, o más bien, para el matrimonio que había formado con su guerrero massai. Y es que siempre pensamos (como buenos occidentales) que el desarrollo es aquel que viene ligado al factor económico, lo que es una aberración en muchos entornos.
Quien de verdad está interesado en el desarrollo de alguna comunidad, es aquel que primero se documenta acerca de las costumbres del lugar, el modo de vida, las actividades económicas y culturales, las personas que dirigen a la comunidad y demás factores, que en conjunto, generan una visión amplia acerca de lo que es, lo que se necesita y el cómo se logrará el desarrollo.
No se trata de intervenir por el simple hecho de hacerlo, sino que requiere un estudio un tanto antropológico y sociológico, además de considerar los riesgos de la intervención.
El error generalmente está en el desconocimiento, el no saber el terreno que se pisa y caminar por ahí como si el mundo fuese tan solo de unos cuantos. El error es, el no ver más allá de uno mismo, cerrar los ojos y la mente a la inmensidad de posibilidades que esperan por nosotros, el dejar de cuestionarse.
Ese fue el mayor error de Corinne.
Si tan solo hubiese sido una antropóloga, o socióloga, o historiadora, o comunicóloga…seguro que le pudo haber costado un poquito menos de trabajo.
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