jueves, 8 de agosto de 2013

Códigos estéticos: Pierre Guiraud.

Todo lo que constituye al hombre, desde los inicios, está relacionado con los signos que ha creado para representar ciertos aspectos de su vida, y han quedado arraigados en su inconsciente y en los actos que lleva a cabo.
Cada cultura es capaz de crear sistemas sígnicos propios, pues es en ellos donde se fundamenta su existencia, a través de códigos que simbolizan aspectos que la identifican.
Son códigos bien estructurados y coherentes en su forma de concepción, pero el problema no es como están constituidos, sino, como son interpretados.                                                                                                     

En los códigos estéticos observamos el valor que las personas pueden dar a ciertas experiencias o bien, marcar la diferencia en su psique. Las artes son una figuración de lo ya existente y el autor trata de crear nuevos estados de significación, que pronto serán generalizados para poder ser comprendidos. Mientras están en la mente del creador son puros e individuales, pero tienden a ser generalizados para así ser conocidos por los demás y tratar de despertar ciertas emociones al ser interpretados una vez más.

La religión es otro código ya estructurado, que se presta a la interpretación propia, la cual se ve definida por los fenómenos que rodean al individuo, exterior e interiormente. Así, alguien puede dar tanta importancia a las creencias simbólicas que profesa, como otro puede no dar importancia a tales cosas, simplemente porque no ha dado una significación a lo que los demás ya lo han hecho.

Los símbolos que encontramos en las religiones podríamos pensarlos diversos, pero están ligados a un mismo significado, tan establecido e interpretado. Para algunos, un símbolo da una significación específica, donde no cabe otra interpretación dada por alguien más, lo que nos señala una función poética, pues es de carácter personal, donde el significado viene de la necesidad del ser humano de creer en algo superior, en el caso de la religión, pensándola como un objeto-mensaje de una divinidad particular.
 Son códigos culturales que tienen la significación poética escondida dentro de el pensamiento del individuo, quien los externa de modo en que puedan ser relacionados por los demás con algo particularmente común a su alrededor.  Creados para tratar de definir algo que ha impactado al espectador y desea compartir con los demás, haciéndolos creer que cada uno tiene una percepción particular del fenómeno descrito, e involuntariamente son sumergidos en la misma idea del símbolo.

Es ahí dónde algunos sujetos, inmersos en un mundo de significados establecidos, llamados religión, tratan de establecer una nueva significación que se le da a tales símbolos, creando nuevas corrientes de pensamiento, según su concepción, siendo repudiados por otros que no conciben esta nueva función poética, que puede ser la misma en esencia pero deformada en estructura, el sentido se encuentra en como se hallan combinadas.

De este modo, en las artes y literaturas, la estructura de los símbolos es fundamental, pues pueden ser de un modo tan simple que de ellas salen diversas y complejas significaciones. La estructura define muchas veces la interpretación dada, pues un cambio en dicha estructura podría desencadenar más interpretaciones de las que se supone fueran y por tanto un desequilibrio en nuestro mundo semiótico.
 Esto comprueba como estamos tan sujetos a tales sistemas y somos parte de ellos, si se suprime o cambia la estructura en la que nos encontramos, nuestras ideas se ven confundidas, haciendo de nuestra semiótica un caos, hasta que encontremos la significación principal, o de ella, iniciemos otra.

Todo lo anterior se podría resumir en la Hermenéutica, que permite que los signos hablen y nos descubran sus sentidos pues nuestro sistema de signos implícitos, latentes y puramente contingentes, dependen de un código que será dado por la estructura que se encuentre en función al momento de ser significada la función poética en los signos que nos rodean. Las significaciones estarán ahí sin darnos cuenta, pues surgen de un lugar donde ya estaban, y es nuestra mente la que hace estas combinaciones de lo nuevo con lo viejo, de lo desconocido con lo conocido, percibiendo los signos de una manera distinta cada vez que se nos presentan, haciendo nuevo nuestro encuentro con lo que ya hemos vivido.

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