miércoles, 31 de julio de 2013

Un apunte acerca de la Comunicación Intercultural

Comenzar hablando de comunicación se traduce en un imperante cuando se toca el tema de la interculturalidad, puesto que toda interacción supone un acto comunicativo;  siendo sinceros, así sea del mismo entorno, nuestro interlocutor siempre tendrá una serie de ideas contrarias, difusas, exentas, mayores o menores que las nuestras, creando vínculos subjetivos y concretos, por eso la preocupación de generar estrategias de convivencia entre las diferencias ideológicas que enriquecen el plano del saber humano.

Para tratar de desenrollar la madeja enredadisa en la que cada día nos sumergimos por medio de símbolos y percepciones, debemos tomar en cuenta una palabrita que ha causado revuelo desde hace ya bastante tiempo: cultura, misma que se observa desde diferentes perspectivas caleidoscópicas, por un lado, fundamentada en el ámbito estructuralista con los clivajes y por otro la subjetivista con el habitus de Bourdieu, para terminar discerniendo entre la una y la otra y especular acerca de la más concreta: significaciones y sentidos que sirven para significar la vida.

Y es que al sentarnos a tomar una taza de té con nuestro acompañante no entendemos que son tantos los procesos, las estructuras y los modelos que explican cómo es que al decir ¿Te ha agradado el clima de hoy? podemos responder ¡Por supuesto! o un ¡Para nada, es terrible! y desde ahí comenzar una serie de ilaciones léxicas que nos conducirán al mundo de significados e interpretaciones del otro sujeto que tenemos enfrente. Porque tomarse el tiempo de conversar con el otro nos da la posibilidad de descubrir un habitus distinto al nuestro y a la vez, interiorizar algo de ello. Es decir, pocas veces nos damos cuenta de esa otredad.

Sin embargo, esto es planteado de una manera que podría pasar por utópica ya que las fronteras internas que son inherentes a todo individuo se presentan a la más mínima provocación dentro de toda interacción; quizá por el temor de una pérdida en el proceso comunicativo o simplemente por ser otra característica fáctica de la cultura, aún así, la preservación y el celo de los conocimientos tradicionales deberán pasar por la innovación para poder permanecer.

Es, entonces, la interculturalidad un proceso que corre por dos vías, una riesgosa y otra beneficiosa; la primera nos encausa a los conflictos propios de todo choque cultural (o compartición de signos), la segunda, corresponde a la creación de vínculos entre sujetos y significaciones quedan lugar a otras.
Sea como sea, lograr un pensamiento intercultural, es deber de cada comunicante, lo que requiere, humildad, apertura y sobre todo, imaginación de realidades subalternas.

jueves, 25 de julio de 2013

The Promises

Este documental trata en muchas formas el principio latente de interculturalidad, y no solo porque los territorios palestino e israelí reflejen en sí la multiculturalidad en su geografía, sino, por las amplias aptitudes ante esta problemática que se remonta hace ya varios miles de años.

Para tratar de comprender un poco el conflicto entre estos dos grupos, tendríamos que remontarnos al tiempo en que cada cual salió y entró en la tierra que ahora proclaman como suya; por un lado los israelitas ya ocupaban un territorio específico en la ahora Península del Sinaí hasta el sur del Líbano y compartían cierta geografía con grupos musulmanes, sin embargo, la II Guerra Mundial hizo que miles de refugiados israelitas poblaran aún más éstas regiones, lo que conlleva a la demanda de mayor territorio (ya sea por razones religiosas o meramente necesarias); por otra, el pueblo palestino está cimentado en rebeliones, revueltas y conquistas al por mayor, así que no es nada nuevo que sean un pueblo que al verse reducidos en territorio, levantaron la voz (¡y las armas los fedayines!).

Aún así, se torna difícil para nosotros como occidentales comprender del todo las razones que hacen actuar de tal o cual forma a ambos grupos, ya sea por las diferencias interculturales o por el simple hecho de la frontera interna que surge al momento de plantearnos un problema extraño a nuestra realidad. De esta manera, bien podría resolver el problema con una frase tan imbécil como esta: los israelitas son un pueblo conflictivo desde sus orígenes, han tenido problemas con la mayoría de sus países vecinos por caprichos fanáticos; los palestinos, cansados de siempre perder en las batallas ahora no se dejan y se levantan en armas para defender lo poco que les queda de territorio e identidad. Algo como esto, mata toda esperanza en la posible comprensión intercultural y claro, en la razón humana ¿no? (Aunque bien podría pasar por el simple derecho a la expresión -¡sandez!-).

Sin embargo, para poder hablar de esto, se necesita estar en contacto con el problema, lo que requiere, un conocimiento de ambas culturas en temas de religión, política, historia, geografía, valores y un sin fin de significados inherentes a ellos, cosa que si parece bastante, no termina por completar los requerimientos, también sería indispensable interactuar con todo eso y si eso no fuera necesario, el desprendimiento de nuestra identidad sería el ultimo paso para la correcta comunicación, pero como sabemos que eso es un tanto imposible de realizar, se lanza un suspiro al aire dándonos cuenta de lo complicado que llega a ser encontrar el camino hacia la otredad.
Y de todas formas quedan algunas interrogativas: ¿con qué derecho nos aparecemos en una cultura diferente y decimos que lo que hacen es incorrecto? ¿Incorrecto o correcto para quién?
Y me pregunto también: al momento de tratar de interactuar y comprender ¿lo podré hacer de una manera adecuada o me quedaré anonada ante ese mundo inverosímil que se abre ante mí?

viernes, 19 de julio de 2013

¿Qué nos hace iguales? ¿Qué nos hace diferentes? en realidad, muchas cosas…

La situación de los migrantes de Centroamérica y Latinoamérica en México es un asunto sabido por muchos pero a su vez, poco profundizado. Más allá de intercambio cultural que se produce con la estadía de estas personas, lo que se lleva a cabo es una transformación de realidades. Realidades que suelen ser semejantes en América Latina.
Particularmente, es en nuestro país donde se llevan a cabo modificaciones aceleradas por parte de la cultura en la comprensión y construcción de la cotidianidad, pero, no queremos/podemos percatarnos de lo importantes que estás son para el desarrollo social.

Ahora bien, cuando hablamos de migrantes, siempre nos imaginamos a aquellos desafortunados mexicanos que cruzan la frontera norte en busca de una mejor vida, pero poco pensamos en la migración que existe en la frontera sur, donde personas con los mismos anhelos económicos se ven obligadas a realizar el viaje hacia Estados Unidos y pasar por México.
Cuando sabemos de ellos, creemos que son desertores sociales que buscan quitarnos la oportunidad de lo que sea que se crea que hay de bueno en el norte del continente, o simplemente, los vemos como los hermanos latinoamericanos del sur que no merecen estar en suelo mexicano, derivado de nuestra cultura contaminada por el egoísmo y el recelo históricamente explicable.

Existe una incomprensión de la interacción que se lleva a cabo al recibir migrantes latinos en un país latino, raro, pero cierto. Es decir, nos une –casi a todos- un mismo idioma, tenemos rasgos étnicos muy similares, compartimos procesos históricos de dominación e independencia, y por lo tanto no es lógica la intolerancia ante aquellos que ingresan al país.

Todorov explica esto como el descubrimiento del yo en el otro, proceso que en América Latina no se lleva a cabo del todo, puesto que la alteridad descansa en el egocentrismo.
Creemos que lo que hacemos está bien, que nosotros somos los poseedores de la verdad y que los extraños solo perturban lo ya perturbado en esta descompuesta sociedad mexicana.
Pero la realidad es otra: no somos capaces de generar una empatía hacia los problemas sociales fuera de nuestro entorno (quizá es eso lo que nos afecta internamente también), por eso, lo primero que pensamos hacer es desaprobar aquello que no conocemos porque no nos da la gana de conocerlo, porque no pensamos más allá de lo que vemos y creemos que creemos, no existe un cuestionamiento autónomo por la existencia propia.
Lo que da por entendido que si nosotros no cuestionamos lo que pasa a nuestro alrededor, entonces ¿cómo se supone que vivimos? a costa de pensamientos de otros, seguramente.
El documental abre la puerta a cuestionamientos acerca de cómo coexistimos, de las millones de posibilidades allá afuera, de querer experimentar con otros ojos, otra boca, otros oídos.
No podría decir que comprendo del todo el fenómeno que están viviendo, porque es ilógico que llegue a ese grado de conexión, pero saber que existe, ayuda a la suposición de imaginarios varios de contextos interculturales.


No pretendo decir más del tema, mi cabeza piensa acerca de esto y no quiero mezclar sentimentalismos ahora.

miércoles, 10 de julio de 2013

Naui

Desde la época prehispánica, la danza ha sido un elemento fundamental para la construcción de los símbolos que rodean al mexicano.
El pueblo de Xochitlán, como el de muchos otros en nuestro país, cuenta con una tradición danzante que expresa parte importante de la idiosincrasia de esa comunidad. En ella, vemos reflejados diversas épocas y sucesos que ahora dan identidad a estos habitantes.

Es interesante observar que estas danzas se practican en varias regiones del país con diferentes variantes. Por ejemplo, en Guerrero cada diciembre se realiza “El paseo del pendón”, en donde se bailan las danzas de los Tlacololeros, Los diablos, Los Santiagos y Los tigres (jaguares), mismas que son muy parecidas a las de Xochitlán.

De este modo, la danza funge como transmisor de conocimientos: historia y cultura, lo que la convierte en un instrumento de interculturalidad, pues es en ella donde convergen los conocimientos de diferentes generaciones y regiones. En este caso la danza también se entiende como la unión de varios aspectos que dan características a la cultura de la que se trate.

Son estas expresiones artísticas, derivadas de los simbolismos creados alrededor de un objeto para su inclusión a la vida cotidiana, pero a la vez, es ese objeto el que describe la forma de vida y convivencia que se generará alrededor de él.
Así como el lenguaje fue construido por el humano y usado para darle sentido al ser de su creador, la danza como actividad que utiliza un lenguaje somático, también guarda la esencia de ser la pregunta y ser la respuesta, para la transmisión de conocimientos de identidad generacional.

Por estas razones, es necesaria fomentar la curiosidad por saber lo que se presenta diferente a nuestra realidad y después, un entendimiento de lo que se hace para poder seguir siendo en comunidad, tal como ellos lo hacen.