sábado, 10 de diciembre de 2011

¿A dónde se va lo perdido?

 
(Sobre "El huésped" de Guadalupe Nettel)

El miedo a caminar por la ciudad se torna una pandemia pronta a contagiarse por doquier. Las personas racionales tienen cuidado de no acercarse mucho a los que han cogido un resfrío, alguna enfermedad terminal o simplemente a esos que van manchando algo de pulcritud establecida en sociedad.
Nos enseñan a vivir con miedo para sobrevivir; el error fue creer que la razón agotaría los años salvajes, sin darnos cuenta de lo salvajes que siguen siendo estos años.

Existen seres capacitados para percibir eso rondando en rededor, el ave nocturna esperando un descuido para poder atacar y llevarse lo que solía ser nuestro, la concesión de lo especial, los motivos por los que estamos donde estamos. Y entonces, solo con la ayuda de esos sujetos, se revela la soledad en la nos encontramos; es aquí cuando el miedo toma otro sentido, se convierte en motivo.

Surge la necesidad de buscarlos, el deseo de ayuda nos hace recurrir a ellos por medio de cualquier indicio dejado; el braile en el brazo de Diego, un volante, una persona, un recuerdo, no importa el medio, lo interesante será la decisión tomada cuando estemos frente a ese instituto lóbrego, el cual nos conduce por varios caminos, los conocidos y los ocultos, pero siempre en dirección al destino propio.

Rastreamos por todos lados el hado soñado, añoramos el día venidero repleto de sorpresas y encuentros solicitados, el día en que será revelado el propósito de la estancia, la finalidad del camino, lo jamás conseguido y lo perdido. Respuestas, todos las buscamos, para llenarse de alguna forma, para superar los obstáculos auto impuestos, para aceptar el estado de ignorancia propia del hombre, para hacernos más humanos.


Pero todo cambia cuando somos desamparados, nos sentimos confundidos, perdidos, aterrados; nos orillan a la búsqueda de la ayuda más próxima, sin importar cuanta repulsión nos provoque el ser rescatados. Eso ocurrió aquí.
Ana fue abandonada, primero su hermano, luego su padre, más tarde ella misma, se abandonó dentro de sí. Cualquiera comprendería su consentimiento para que La Cosa saliera y la sometiera, después de todo, siempre se necesita algo de compañía.

Una acumulación excesiva de problemas cotidianos conlleva a un estado mental impropio, suelen decir, pero es mentira.
La singularidad puede llevar al caos, así, entre más conflictos internos despierten, ellos mismos se encargarán de callarse unos a otros, manteniendo al individuo en una pasividad lacónica. Solo aquellos que prestan demasiada atención a un asunto en particular, terminan por desenmascarar lo oculto dentro de su ser, justo como lo hizo Ana.

Sin embargo, nunca supo distinguir entre lo real de lo ficticio, no se dio cuenta cuando la subyugaban los ciegos, los inválidos, los menos. En su trabajo la reconocieron al leer para ellos, los inspectores de nuestras capacidades; usan los cuatro sentidos restantes, desarrollan uno más que otro y entonces, nos tienen en su poder. Inválidos somos todos, pero nos valemos de talentos para sobresalir, sirviéndonos de lo que se encuentre al paso.

No fue involuntario, cooperó con los que pidieron ayuda porque el auxilio era para ella, porque le ayudaban a descubrir más a su ente profundo, porque como todos, esperaba la absolución de culpas jamás observadas. Quiso reconocerse en un grupo, aspirar cierta comprensión y similitud, no sentirse extraña en la realidad, encontrar la compañía negada, escapar, como siempre, de lo que fuera, aunque estuviera dentro de ella.

Buscaba lo que todos, algo para aferrarse; quizá deseaba una efímera estabilidad proporcionada por su hermano, reconocerse en un mundo de extraños, porque lo peculiar no se encuentra fácilmente en alguien más; circunspección en un chico de nueve años no es fácil de hallar. Tal vez cuando la muerte está cerca tenemos los últimos delirios de racionalidad, entonces, ya no importa la edad, todo es igual al final.

 A veces encontramos más seriedad en un niño que en un adulto. No por que sea la inocencia, sino porque no se engañan, toman las cosas como son, no inventan pretextos ni mentiras; de alguna manera perciben la realidad en su forma cruda, tal como es; seguramente será esa la razón para que construyan mundos imaginarios, para no dejarse atrapar por el todo. A nuestra protagonista se le olvidó ese juego de la vida, se le olvidó ser niña por buscar lo perdido, tan común en estos días.

Quizá solo sea cuestión de continuar, movernos para jamás estancar lo que hemos avanzado, paralizar el desarrollo del miedo que nos sujeta cual convictos a punto de ser decapitados, enfrentar la cuestión como nos han explicado, hacer de todo, todito para no quedar desahuciados y cumplir lo que nos hemos planteado. Seguir el juego siendo válidos, inválidos, sanos, niños, cuerdos o abandonados y dejar de preguntar cosas absurdas, como lo que hemos perdido o lo que hemos olvidado.


lunes, 24 de octubre de 2011

Ubicuidad

(Sobre "El último lector de David Toscana)

Estamos aquí y allá, en la página que sigue y en la que pasó.
Así se va la vida en un relato, de un capítulo a otro, vamos recorriendo, autor y lector, historias que se entrelazan para conformar al mundo literario, lo de todos los días. Solo que algunas veces no sabemos con certeza quien ocupa el lugar de narrador y quien el de narratario. El relato, lo contamos y nos lo cuentan.

Es cierto, nos gusta que nos cuenten la misma historia, la clásica, pero eso sí, que les cambien el nombre a los personajes, que el tiempo y lugar sea distinto, porque como todo cambia, nuestra imaginación más. Y seguimos en esa falsa idea del mundo avanzando hacia un futuro mejor… si tan solo nos diéramos cuenta de lo estancados que estamos, de los juicios a los que está encadenado nuestro raciocinio, de cómo vamos mutilando las narraciones; sería mejor aceptar que somos letras prontas a convertirse en polvo con el paso del tiempo.

En la historia, Lucio mandaba al infierno ciertos libros, pero uno tiene que reflexionar acerca de todos los sucesos que pudieron afectar el desarrollo del relato para que la historia fuera mala o buena. Tal vez el autor no estaba del todo bien: la sociedad reprime, los conflictos bélicos afectan, la soledad se presenta de vez en cuando, las ideas se van y regresan…o solo diríamos que cuando un libro es bueno, lo es y cuando no, ni siquiera se vale pensar en él.
Juzgar libros nos corresponde, pues somos nosotros los sentenciados en ellos, solo devolvemos el favor.

Que si el narrador es explícito, implícito o ficcionalizado, es importante por ciertas razones: debemos encontrar a aquel quien nos conduce en el relato, para saber quien nos habla y a quien le habla, para saber en qué plano nos encontramos y hacia donde vamos. A veces, para no perder el hilo de la realidad, como le pasaba a Lucio, porque es muy cierto que el relato puede salir de las páginas y convivir con el lector, o es él quien se adentra en lo que lee; se podría confundir lo real con lo imaginario y crear una historia dentro de la historia, como pasa con varios relatos.

La razón para leer no es más que buscar en las palabras de alguien más lo que pasa a nuestro alrededor, o lo que nos gustaría que sucediera. Enterarnos de la vida de algún personaje y hacerla nuestra, encontrarnos con la historia de un conocido que va tomando forma en tanto avanzamos en la lectura.
Buscamos en los libros el comienzo y el final que nos corresponde, el que soñamos o el que encontramos por azar. Nos ayudamos a construir una narración propia y a veces la literatura pasa como lo que es, simple relato que dice nada, insignificante ante los problemas cotidianos.

Afortunadamente, Remigio encontró la solución a su gran problema en un libro. Cómo quisiéramos que esto fuera un poco más habitual. Apuesto que si decimos a las personas, que la respuesta a sus problemas está en tal o cual libro, dejarían de ir a Catemaco por una buena limpia, le harían menos caso al doctor y tal vez no habría tantas voces llenas de preces vacías.
El hombre creerá en lo que necesite creer y en lo que pueda, por supuesto, pero si no busca más opciones ¿cómo pretende vivir sin conocer más allá de lo que ya presenta la vida misma?

Por eso estamos tan necesitados de historias, de narraciones, por eso sobrevivimos a los días, por eso resistimos la convivencia de unos con otros, porque si no nos contáramos la vida, sencillamente reventaríamos.
Y no por leer, se conocen muchos relatos, éstos se encuentran por todos lados; se nos pegan al caminar por cualquier calle, se adhieren a la memoria cuando menos atención prestamos y surgen cuando se les da la gana.

Buscamos apertura en los espacios más inesperados. Encontramos piedras con más historias que en cualquier libro, las hacemos, las buscamos hasta descifrarlas, nos inventamos lo que ya existe y destruimos lo que nunca fue creado. Nos asentamos en un Icamole, de esos que sobran en nuestro país, desenterrando historias de santos y olvidados, atrapados en una tierra donde las historias quedan atrapadas y en ellas sus habitantes.

De ese modo los relatos te atrapan. De repente estás comiendo, diriges la cuchara a la boca y empieza la historia. Imaginas como lo describiría el narrador; piensas si sería explícito, de esos que se dan a notar de vez en cuando; narrador implícito, con su estilo pulcro o desalineado, de sus desiciones sobre tu destino o los lugares que visitarás; ¿tendrás un narrador ficcional? ese que te confunde porque es narrador, personaje y a la vez narratario, piensas que tal vez este sea al que más te pareces, porque deseas ser tu quien tiene el control de tu ficción real.

Así lo hacemos, desarrollamos un cuento donde somos el personaje principal, la novela en la que contamos las desgracias y pesares de nuestra cruel realidad, la crónica de los amantes impuestos, el diario de la batalla memorable, las instrucciones para el comportamiento perfecto, el ensayo de cualquier estudiante, la lista de los muertos que cargamos …si, ahí estamos y estaremos, junto al narrador que trató de persuadirnos para evadir una lectura que a su juicio es insignificante, la niña muerta y un tipo que morirá junto a cucarachas nutridas de típicos egos sofistas.

Porque aunque lo neguemos, todos queremos salir de Icamole, queremos ver que hay más allá de la aridez, de la sequía. Queremos imaginar nuevas inmundicias humanas, nuevos paraísos ilusorios.
Esa es la única razón de seguir narrando, imaginar que ya no estamos aquí, sino allá, encarnar otra piel, tomar una forma distinta, vivir lo que se cuenta y fingir que olvidamos donde empezaba la historia y donde empezábamos a creerla nuestra.

Porque, ¿a quién no le gusta gozar del don de la ubicuidad?


lunes, 26 de septiembre de 2011

Tango: Sentimiento Argentino

El tango es una música tradicional del sur del continente Americano, Argentina y Uruguay, pero en su mayoría de Argentina. Además es un baile que se realiza en pareja de manera sensual, y aunado a esto, contiene letras que nos introducen a los sentimientos de los interpretantes y danzantes.

La cultura expresa la creatividad de la sociedad , en su caso, la sociedad Argentina, muestra un claro desarrollo desde los orígenes de lo que hoy en día es conocida como una rica cultura latinoamericana.

Además de ser declarado Patrimonio Cultura Inmaterial (2009), el tango es un baile en el que, el pensamiento de varias generaciones, sirve para construir y dar forma a expresiones de arte, matizadas por la forma de vida, las condiciones históricas de todo un país.
Se vierte en el tango, sentimiento, deseo, tristeza, denuncia, pasión, sueños…en una palabra: identidad; es la identidad del pueblo argentino.

Para darnos cuenta de esto, se encuentran los versos o milongas, que acompañan a esta música, en los cuales se puede apreciar todo lo anteriormente descrito: la vida argentina de varias épocas, donde se conjuga la política, la cultura, la convivencia y sentimientos individuales, para dar como resultado, versos en los que el argentino va expresando la visión acerca de la vida a través de un sentimiento universal: el amor.
 Porque si en algo podemos apreciar la verdad del pueblo, es en la música que surge de él.
HISTORIA QUE NO MUERE PORQUE SE CANTA

La colonización del continente americano, trajo un mestizaje entre varias etnias del mundo, y sobre todo en Argentina, donde las inmigraciones se acentuaron desde el año de 1875 hasta 1950.

El tango nace a finales del siglo XIX, de una mezcla de varios ritmos: candonmé, música africana que viajó hasta Argentina por los inmigrantes del Congo; flamenco, baile gitano de España; la habanera cubana, música de ritmo lento y compás binario; la milonga, género surgido en la Pampa Argentina, de compás 2/4. Ritmos asociados a burdeles, ámbito de contención de una población inmigrante masculina.
La melodía no se limitó a zonas bajas, sino que alcanzó popularidad entre las familias acomodadas, incluso en Europa.

Tuvo una evolución gracias a las contribuciones de todos los países en los que éste fue llevado por los inmigrantes que regresaban a sus tierras. La fama que el tango alcanzó en Europa, aún se puede notar con la presencia del tango finlandés, pero esa, ya es otra historia.

LA MÚSICA QUE HACE EL TANGO

Los primeros músicos, utilizaban la flauta, violín y guitarra como instrumentos principales, pero todo cambió cuando inmigrantes alemanes introdujeron el bandoneón a la música de Argentina; instrumento musical aerófono a fuelle, diseñado como evolución de instrumentos de lengüeta suelta; el cual le da el sonido característico al tango, haciendo de esta melodía, algo sacro y melancólico. No obstante, el bandoneón, en la actualidad, se encuentra en peligro de desaparecer, debido al cierre de fábricas que los elaboraban, por razones económicas o simplemente por mal uso.

El sonido del tango es una melodía triste y cálida, matizada por toques de sensualidad.

PASIÓN DE ARRABAL

El tango, hasta principios del S. XX, se bailaba en burdeles, de manera secreta, por incitar a la lujuria. Después fue introducido en los clubes nocturnos de Europa, donde cobraron auge y regresaron a Argentina, para ser bailados frente a un público más amplio.

Para bailar tango, se requieren movimientos rápidos de las piernas, que dibujan figuras en el suelo, mientras que el torso va en una dirección contraria. Es la danza de la carne, del deseo, de los cuerpos entrelazados. Expresión pura de la pasión entre dos personas.
Algo que hace complicado este baile, es la condición de bailar como si fuese una sola persona, de modo que el abrazo en el tango, es la característica primordial de los pasos sensuales que ejecutan los bailarines.
Actualmente se realizan festivales del tango, en donde parejas de bailarines de todo el mundo, disputan por el primer lugar.

Cada tango se baila de diferentes maneras, desde lo eufórico, lo pasional, con alegría, con tristeza, añoranza, pasión, sensualidad…pero nunca con malas intenciones, n se mancha de esa forma tan singular baile, no los verdaderos bailarines de tango, quienes hacen nacer emociones diversas en sus espectadores.
“Un monstruo de dos cabezas, una bestia de cuatro patas, lánguida o vivaz, que vive lo que dura una canción y muere asesinada por el último compás” (Dujovne Ortiz, Alicia)

CHAMUYAR

Nada expresa mejor a la sociedad argentina, como el chamuyar en los tangos, o “hablar por lo bajo, seduciendo”. El tango es un “pensamiento triste que se baila” (Santos Discépolo, Enrique.1950)

Canciones hechas con una jerga llamada lunfardo, proveniente de las clases bajas de inmigrantes europeos, quienes eran carceleros o delincuentes, pero que finalmente, lograron que su lenguaje, cobrara popularidad entre los demás estratos sociales.

Estas melodías, son medios de expresión, donde se comparte el sentir acerca de la sociedad, de la opresión que causa la pobreza, el deseo de prosperar como individuo y como nación, pero sobre todo, el sentir de un amor. Amor, sentimiento que llega como salvador ante todas esas frustraciones cotidianas. Amor del cual, se bañan los versos de los tangos.

Todo esto, con un lenguaje nuevo, mezcla de español e italiano, que crea palabras singulares, es lo que le da el toque al tango.

CANTORES DE TANGO: POETAS

Los cantores de tango son una pieza esencial, pues, fungen como la voz del pueblo, representantes que dan color al sonido.
El más representativo, sin duda, fue Carlos Gardel (1890-1935), quien es considerado el primer cantor de tango oficial y cuya voz ha sido registrada por la UNESCO en el programa Memoria del Mundo.
Hizo famosos varios tangos por su interpretación, pues nadie era capaz de imitar el fraseo y la habilidad para hacerse uno solo con los personajes de las canciones.

Además de su gran talento, Carlos Gardel estuvo rodeado de un misticismo posterior a su muerte en el accidente aéreo; fue gracias a un cantor encapuchado, que la gente creyó que en realidad, Gardel nunca murió, decían que el mítico hombre sobrevivió y que ocultaba su cara deformada al cantar, pues las canciones aún necesitaban de su cantor, como él de ellas.

La voz más triste y más cálida que el tango tuvo murió en un accidente aéreo, pero para muchos, revive al ser escuchado, voz que hace del amor, un eco en el tiempo.

TANGOS FAMOSOS POR EXPRESAR UNA REALIDAD

De los tangos más representativos a lo largo de la historia, podemos rescatar Milonga de mis amores, Mi Buenos Aires querido, Mi noche triste, Adiós Nonino, La Comparsita, A media luz, El choclo, Caminito, Por una cabeza, Volver, Balada para un loco…entre otros, donde, entre versos se leen historias que sirvieron de unión entre personas; historias que cuentan los años como días, en un país donde los recuerdos se sienten al caminar por sus calles, en las luces que alumbran una pálida nación que trata de sobreponerse de las guerras que han dejado amantes a la deriva; idas y vueltas de la construcción de la identidad nacional más que individual.

Porque si una música puede contar la historia de naciones a través del amor, seguramente esa es el tango.
Aquí grandes ejemplos de tangos famosos:



“MI BUENOS AIRES QUERIDO”
Música: Carlos Gardel
Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver
no habrá más pena ni olvido.
El farolito de la calle en que nací
fue el centinela de mis promesas de amor,
bajo su inquieta lucecita yo la vi
a mi pebeta luminosa como un sol…
“LA COMPARSITA”
Música: Gerardo Hernán Matos Rodríguez
Letra: Pascual Contursi y
Enrique Pedro Maroni
1924
Si supieras que aun dentro de mi alma,
conservo aquel cariño
que tuve para ti...
Quien sabe si supieras
que nunca te he olvidado,
volviendo a tu pasado
te acordaras de mi...
“VOLVER”

Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
1935
Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez...
“MI NOCHE TRISTE”

Música: Samuel Castriota
Letra: Pascual Contursi
Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida
dejandome el alma herida
y splin en el corazon,
sabiendo que te queria,
que vos eras mi alegria
y mi sueño abrasador...


“QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA…”

Ni siglos para que el tango sea olvidado; con esta música ocurre todo lo contrario, sigue perfeccionándose.
La gente sigue escuchando tangos porque es ahí donde esta la memoria de los sentimientos, porque es ahí donde se encuentra la clave del presente.

Al escuchar un tango, se puede sentir la época a la que pertenece, los lugares que se describen, los sentimientos que arrojan los fantasmas de danzantes y cantores de estas tristes melodías.
Es cierto, la verdad se esconde detrás de un buen baile, detrás de un argot mestizo. La verdad son sentimientos mezclados y expresados en voz, música y baile.

Si se desea descubrir un poco más acerca de la cultura Argentina, tan solo hace falta escuchar un tango, poner atención y encontrar las razones de vida de un pueblo soñador, apasionado, amante de los placeres que la vida va dejando a su paso.
Conocer el tango argentino, es conocer una nación de sentimientos profundos, capaces de explotar al son de un bandoneón o al ver danzar una pareja en la pista, desbordando pasión, al recordar sus orígenes porteños.

…Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos.
Y todo a media luz
crepúsculo interior.
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!...

“A media Luz”
Carlos Lenzi, 1925

BIBLIOGRAFÍA


§      Martínez, Tomás Eloy. (2004).El cantor de tango. Buenos Aires, Arg. Ed. PLANETA


§      TRANS Revista transcultural de música:
§      Revista musical chilena Scielo:

§      Diario Hoy:

martes, 30 de agosto de 2011

Circo escrituroso

El circo de la escritura visita todos los días mentes que pasean por el monte de la distracción pasiva o del estudio sin descanso. ¡Estad atentos a su visita, podría ser que esté en su misma ciudad y ni siquiera se tome en cuenta tras las hazañas circenses más nobles para su deleite!

Una escritura podría cambiar el rumbo de algún desprevenido, refugiado en el frío invernal de letras que lejos de ser acogedoras para la razón, buscan nidos donde puedan empollar ideas de traición.
Esta escritura puede y a la vez, no ser, una actividad enriquecedora para el intelecto del individuo, pues todo aquello que sale de una pluma puede ser tan diverso, de interés público, interés reservado o específico.

Solo se escribe algo que ronda en la mente del humano, el que se deja atrapar por unas cuantas ideas, y es el deseo de que éstas sean conocidas, lo que lo impulsa a marcarlas en el lugar donde podrán muchos más tocarlas soñarlas, imaginarlas, pensarlas, saborearlas…con el simple hecho de escribir un par de trazos semiológicamente dirigidos.

Lejos de ser una tarea pesada y de escabroso acceso, sirve de entretenimiento a las manos que han conectado el cerebro y las ideas que de él surgen.
Se trata de maniobrar con la combinación de letras y signos, de hacer malabares con lo sentimientos que emergen al momento de ser compartidos, de hacer en el aire maniobras en las que las ideas conduzcan a otras que las tomaran de la mano para crear figuras mentales o incluso palpables, se trata de domar a aquellos grafemas que buscan rugir en lugares donde no corresponde, se trata de hacer reír composiciones para que sean dóciles con quienes leerán nuestros escritos y puedan entrar a ellos.

Desde los orígenes, nos ha interesado plasmar ideas de lo que a nuestro alrededor acontece, y es un efecto circense el que esto se realice en los estudios que el ser humano lleva a cabo a lo largo de su vida.
El arte de escribir no debe ser tomado a la ligera, es algo en lo que día a día se debe trabajar, tratando de descifrar los códigos en que se despertarán los sentimientos más fríos y cálidos, más oscuros y más puros, más comunes y más interesantes…
Si buscamos un motivo para enfrascarnos en la escritura de un buen texto (tal vez), es necesario acudir a un lugar de paz, un lugar sereno y talvez donde la mente se despeje un poco del letargo industrial.
Encontrar este espacio es un poco difícil, la naturaleza ha caminado lejos y nos ha mostrado un paisaje gris donde los suelos suelen ser duros y ya no hay más armonía en los sonidos del aire; la imaginación será nuestra fiel acompañante en un lugar cerrado, donde nos ayudará a crear los mundos más acogedores para cada uno de nosotros y nos dará la disposición de escribir.

¿Cómo saber si somos dignos de escribir tales cosas? … ¿Cómo saber si somos dignos de escribir, incluso?
La respuesta es sencilla: somos humanos, tratamos de engrandecernos con cualquier creación que realicemos, quien no se sienta digno de escribir lo que de sus entrañas suplica emerger, es porque ha sido llamado a ser una clase de individuo extraño en el cual las letras se cobijan y esconden en afán de no lastimar el rumbo de la existencia humana.

Pero si no somos de aquellos, entonces simplemente tendremos que dejar fluir lo que viene, después se le dará forma, luego se empacará en el dialecto correcto o quizá, intencionalmente incorrecto, finalmente, llegara de una o de otra forma a l consumidor final: usted y yo.
Juzgar al escritor, es tarea de todos, pues entre más calidad tenga…bueno en realidad no habrá mucho cambio, pero en realidad gustaría para un cambio social, por lo menos individual, así que tened cuidado queridos escritores cirqueros, que lo que escriben cambiará el rumbo de algunos para bien o para mal, condenará o salvará; gran responsabilidad en sus manos y letras.

Listo, el circo de la escritura estará completado. Tan solo falta decir que nunca se debe perder el sentido en la escritura, es ésta la que hace crecer al humano en esencia y también la que limita su capacidad humana.

jueves, 26 de mayo de 2011

Semiótica en la Comunicación

El estudio de la semiótica implica una reflexión sobre el objeto de comunicación. Al analizar los procesos comunicativos, ya sean biológicos o sociales, se necesita una significación que conforme dichos elementos. La semiótica es comunicación, comunicación de esos signos que se relacionan formando lo que rodea a todo proceso de intercambio de información.
 Se debe poner en claro el uso de los sistemas conceptuales que nos ayudan a descifrar tal intercambio, pues la confusión podría reducir la producción de un sistema en proceso de generar una significación comprensible, que será insertada en la sociedad, para tener una finalidad lógica y aplicable.


Para llegar a establecer el estudio de la semiótica en la comunicación se necesitó entender que ambas eran complementarias, pues es en la comunicación donde se produce el sentido de los términos, se dan sistemas de significación en los procesos culturales, se producen más signos y significados con la interacción que se encuentra dada en los intercambios sociales, además de una expansión en la naturaleza del significado de cada uno de ellos por medio de la semiótica.


En México, tardaron mucho en ponerse de acuerdo acerca de la importancia que la semiótica ejercía en la sociedad, y aunque estuvieran surgiendo algunas genealogías y otras más ya establecidas, aquí no se dio más que términos relacionados entre sí, no había sistemas conceptuales, todos querían dar su punto de vista sobre lo que ya había sido dicho, tal vez lo comprendían, pero no lo ponían en claro, divagaban y sólo se confundían ellos mismos acerca de lo que harían para tener una semiótica más o menos establecida.


Si en otros campos conceptuales, la semiótica llegó a tomar un lugar de gran importancia, ¿por qué no lo haría en la comunicación, que es el fundamento de su desarrollo? En la biosemiótica se tomó en cuenta todo esto, se hizo un a relación lógica entre los fenómenos comunicativos de los seres vivos y sus procesos semióticos con los que podían interactuar.
Además de la información matemática, que proporcionaba datos relevantes para el estudio de los fenómenos comunicativos relacionados con la semiótica, se aplicó la semiosis, que es la producción de signos, los cuales se dan mediante la comunicación, y que sirvió aún más para el desarrollo de nuevas ramas en ambas teorías, comunicativa y semiótica.


Cada organismo expresa mediante los signos, una semiótica pura, luego, mediante su sistema biológico, para terminar con un nivel semiótico de reproducción social. Solo mediante la sociabilidad es posible sobrevivir en un sistema donde la construcción de signos es fundamental para una interacción que permita la retroalimentación entre las sociedades integradoras de individuos con una semiótica convertible a través de la comunicación.


 Se trata de una finalidad, no de una instrumentalización, la relación y su acción en todo proceso de generación debe ser entendida como lógica y fundamental, pues si hay una mala interpretación, todo podría perderse y desintegrarse. La interpretación del fenómeno semiótico es una oportunidad para seguir en el camino de la construcción, en cualquier campo que se deseé aplicar.
Talvez nos confundimos al afirmar que mediante la comunicación se aplica la semiosis, pero en sí, la comunicación es una forma de semiosis.


Resulta complejo y a la vez redundante el tratar de explicar la relación ejercida entre esta dos posturas, solo podríamos estar de acuerdo en que cada vez que encontremos la solución o interrelación absoluta, otra vendrá, y todo lo que habíamos construido alrededor, será solo otro paso para continuar en la búsqueda de aquello que tal vez se encuentre dentro de todos los campos donde la semiótica es aplicable, es decir, se encontrará en todo y nuestras dudas acerca de cual de las dos es mas completa o el tratar establecer su diferencia, no serán más que la pauta para descubrir nuevas preguntas que algunos evitaran, y se hará una confusión donde cada quien tendrá su respuesta basada en lo que considera verdadero acerca de la comunicación y la semiótica.


Signo de Pierce

Pierce nos explica la significación que se le da al signo de una manera sencilla y comprensible, pues llama al signo representámen, que es algo que, justamente, representa algo en algún aspecto o función.
Cuando alguien lo interpreta, ese sujeto es llamado interpretante del primer signo, aunque sería más fácil denominarlo el interpretante del representámen.
Después encontramos el fundamento el representámen, que es el estado o el lugar en que se encuentra el signo, la referencia que éste tenga.

Además de esto, existen íconos, indicios y símbolos dentro del representámen.
El icono opera por similitud entre dos elementos, como lo es el dibujo de una corona con el objeto real, la imagen lo representa.
El índice es una contigüidad de hechos existentes entre dos elementos, es decir, del ser y ala reacción, por ejemplo, el humo representa el fuego, o un fósil de dinosaurio, que representa en sí al dinosaurio.
El símbolo, es algo más complejo, pues es una continuidad ya instituida, la palabra, por ejemplo, y sus derivados. Aquí intervienen las experiencias pasadas que dan pauta a ala interpretación de un símbolo. Imaginemos una estrella, viene a nuestra mente la imagen de una estrella, de cualquier tipo (icono), también la contigüidad de hechos, como el fulgor de ésta o cualquier otro aspecto (índice), por último, todo lo que relacionamos con el objetos, como una estrella de rock, música, artistas, religión, poder, status, galardón…

Para poder comunicarnos, los signos deben de pasar por un proceso de semejanza entre los individuos que necesiten interpretarlo, pues es necesario acudir a las experiencias para poder descifrar un signo exterior, después será individualizado, pero primero tendría que pasar por el proceso de hacerlo nuestro.  Esta semejanza también esta dada por la concepción que se logre obtener o relacionar con cierto objeto que nos recuerda a la cosa que estamos tratando de poner en común mediante la semejanza de lo que hemos creído es parecida a este nuevo signo.

Las indicaciones tienden a necesitar una significación anterior para poder comprender lo que se explica o se dice en un contexto determinado referente a algo conocido por un sujeto. Si alguien dice que las vacas son verdes, será porque ha observado algo relacionado con lo que dice, pero si yo no lo sé, su signo no valdría nada ante mí, pues no entendería lo que dice. Si me explica que las vacas verdes son de ese modo porque el pasto que comieron tenía colorante, podré comprender su indicación, haciendo una relación entre lo que dice y lo que sé acerca del mensaje contenedor del signo.

Los símbolos son indicio de una percepción individual, se dan por medio de la palabra, los iconos o mensajes varios, pero por lo general, la palabra es donde reside el signo, pues es ésta la que vive en la mente de quienes la usan.
Tratar de destruir o modificar el signo de cierta cosa, sería una pérdida de tiempo, pues es algo que está por todos lados, y aunque pensemos que lo hemos logrado, en realidad solo crearemos una manera más de construir y unir más signos. Todo se relaciona, si no fuera de éste modo, las exclusiones y confusiones aparecerían al momento de tratar de explicar las cosas que rodean al propio signo.

Es por eso que Pierce plantea una relación triádica, entre el objeto, la idea que tenemos de éste y el interpretante. No podríamos dejar de comprender lo que es para nosotros el signo del objeto si no lo relacionamos con nuestras ideas, que han sido concebidas por un fenómeno de ligamento de varios signos, dados a lo largo de más interpretaciones pasadas y relaciones entre más signos. El interpretante es el que lleva todo esto a cabo, donde crea nuevas significaciones, sin darse cuenta, muchas veces, que todo lo que ha construido no es más que la reproducción de los signos que lo rodean y que nunca lo dejaran de acompañar en la búsqueda de la significación de todo aquello que estuvo, está, y estará dándole un significado a su propia existencia.

Pictórica de Renè Magritte

El trabajo de René Magritte nos introduce a los pensamientos más lejanos que el ser humano es incapaz de alcanzar sin motivación alguna.
No es necesario tratar de entender su obra desde el primer momento, con el simple hecho de sentirlo y pensar que estamos inmersos en él, podemos descubrir lo que nos quiere decir, el momento de la interpretación siempre llega, además de la significación que deja particularmente para nosotros como espectadores.

En su trabajo, la semiótica está presente, como en todo acto de comunicación humana; consta de tres etapas: el reconocer, la sorpresa y la liberación del pensamiento. La primera tiene como objetivo el dar a conocer al espectador de que se trata, definir el objeto, después viene la posición extraña en que este objeto cotidiano se encuentra y por último la interpretación propia.

Lo importante de su obra, es que nos hace percibir a los objetos comunes como algo fuera de lo normal, por la posición o el uso que se les da en sus cuadros. Más que un trabajo novedoso, Magritte nos presenta las diversas concepciones que el ser humano puede dar a los objetos con los que convive, además de permitir dejar las ataduras de un mundo sistemático, donde la imaginación es suprimida y  todo tiene un objetivo específico  que no cambia.

Nada de lo que plasma este artista esta dado por azar, todo tiene una relación lógica, significante para él, aunque si pusiéramos atención a lo que nos rodea también podríamos concluir que todo tiene una relación muy estrecha, cualquier objeto puede significar algo o mucho, es cambiante y a la vez individual. Si tan solo dejáramos de pensar como nos han enseñado, miles de significaciones serían descubiertas, desde la relación entre un caracol con la vida del hombre, hasta las preguntas más intrigantes que aquejan al ser humano.

Un papel muy importante en un sistema de signos es el pensamiento, pues es el que determina la significación del objeto, sin éste, no se lograría más que un acercamiento falaz a las distinciones que se han creado desde la concepción del mundo, incluso, es el que más nos acerca al inicio de la idea surgida en la mente, al origen de la imagen fabricada por nosotros, para nosotros y de vez en cuando externada al mundo.

Ahora bien, si hablamos de las categorías dadas por Pierce para dar cuenta de toda experiencia humana encontraremos un punto interesante en la primeridad, pues la relación que le damos a cierta cosa u objeto por estar ligado a dichas experiencias, se vuelve de una manera, tan personal, con una idea muy arraigada, que difícilmente podrá ser cambiada, y es ahí donde se encuentra la diversidad de pensamiento que hace de la semiótica algo interesante, pues las significaciones serán infinitas en nuestro pensamiento e interiorizadas, gracias a esta significación, de diversas maneras, tantas, que será imposible ser comprendidas por los demás debido a la falta de experiencias afines a dicho significado.

La segundidad viene ligado al tiempo, las causas y efecto de ellos, se toma en cuenta como algo real, algo que tratamos creer real, pues tiene espacio y tiempo determinado, algo muy definido y concreto, para algunos, los que todavía no han podido encontrar la falsa significación a esto, ya que, a mi punto de vista, la segundidad no existe, nos hemos hecho creer que allí está para no perdernos dentro de nuestra primeridad y tratar de encontrar a los demás en el mismo sistema sígnico.

La terceridad es simplemente la significación colectiva que se hace para que no se pierda esa segundidad que con trabajos se consigue, pues necesitamos vivir en un mismo sistema para ser entendidos y compartir nuestra primeridad, aunque no sea comprendida por todos, pero nos alivia el pensar que lo es.
Se han creado estos sistemas semióticos para interactuar en nuestra primeridad, pero será imposible, porque las experiencias nunca serán las mismas.

Llegaremos a entender parcialmente la semiótica de las personas, pero no completamente, pues los fenómenos que están a su alrededor son tan cambiantes para ellos como para nosotros. Incluso el tratar de entender nuestra propia semiótica, se torna un problema por los diversos significados que van a pareciendo al hacer el análisis, así como en los cuadros de Magritte.

Se trata de construir un mundo para descubrir en él los demás que están a su alrededor, girando sin ser vistos. Si ahora todo es posible, la pregunta fundamental es ¿porqué no?

Las vacaciones de Hegel

Semiótica en la significación cultural cotidiana

Como seres sociales, nos desenvolvemos en un mundo donde la búsqueda de la razón y los orígenes de los fenómenos que se producen siempre son cuestionados. Tratamos de buscar el significado de todo lo que nos rodea, desde la percepción individual de un amanecer cualquiera, hasta la razón de estar leyendo esto y sus implicaciones. Para estos cuestionamientos y muchos más el “maravilloso” hombre ha establecido diversos métodos de estudio.
La semiótica no es más que el estudio de la significación y el sentido, se da en ciertos contextos y fenómenos de comunicación. Pero es aquí donde el problema surge, su campo de estudio es diverso y tiende al cambio constante.
Hablar de semiótica es hablar de sistemas complejos de comunicación y su desarrollo y diferencias en las diversas culturas, pero empezaremos por describir su componente más básico: el signo.

Uno de los teóricos de la semiótica es Charles S. Pierce, quien nos dice que el representante (símbolo) está compuesto del objeto, la idea y el intérprete. Así, el objeto puede ser aquel que se usa para efectuar la idea, y el intérprete es quien realiza la acción que implica a los tres elementos. Cada uno actúa como componente de un sistema único. Pero Pierce no es el único que ha intentado describir este componente básico en la semiótica.
F. Saussure, francés que describe al signo lingüístico como la unión del significado (imagen conceptual) y el significante (imagen acústica); el significado es aquello que ha sido implantado, aquello no es visible y que viene a nuestra mente cuando el significante resuena en nuestros oídos. La unión del significante y el significado se encuentra en la significación. Y lo clasifica como semiología.
Esto es sólo la parte descriptiva del punto medio en la significación del proceso social que esta en todos lados.
¿Y qué pasa con el lenguaje? El lenguaje no es una estructura, sino signos de descripción (ahora es cuando se enlaza lo anterior con nuestro lenguaje, bueno, solo es el principio).
El lenguaje contiene a la lengua, que es una convención social de un sistema súper editado a la geografía, es intuitiva porque se aprende sin reglas, solo por imitación, así que cada uno repite lo que ha sido implantado, pero con diferente significación, representando la cultura individual.
Hablar de cultura es hablar de sistemas de masas, que aunque no se quiera utilizar este término, estamos inmersos en él.
Umberto Eco señala que toda la cultura es un sistema sígnico, y no se equivoca. Para poder hablar de esto debemos conocer a los famosos “apocalípticos e integrados”.
Este tipo de personas se encuentran en cada uno de nosotros, a veces más en unos que otros y al mismo tiempo, juntos en uno solo.
Los apocalípticos son visionarios catastróficos en lo que a “cultura de masas” se refieren y los integrados son aquellos que tratan de producir y difundir conocimientos. Sin embargo como en todo universo, el equilibrio debe buscarse. No podemos pasar la vida discutiendo de cómo los sistemas están mal aplicados, o emitir o reproducir mensajes propios a todos los niveles.
Para este equilibrio hemos creado a nuestro “superhombre”, concepto ideal de lo que deberíamos ser, de lo que pensamos que deberíamos ser.
Ideal que le teme al cambio, y busca prevalecer ante todo, no importando los sacrificios que llegue a hacer por alcanzar ese objetivo por todos establecido, aunque muchos no sepan ni siquiera como prevalecer, inventaran el modo de hacerse creer dicha idea.
“…superhombre que opone el rechazo y el silencio a la banalidad imperante, nutrido por la desconfianza total en cualquier acción que pueda modificar el orden de las cosas” (Eco, Umberto: Apocalípticos e Integrados.1964.Pág.30) 
Pero al no llegar a alcanzar este ideal, el hombre frustra cualquier intento de mejoramiento personal y lo convierte en simple afición sin hacerlo por el gusto, solo por el cumplimiento.
La cultura esta llena de todo eso a lo que llamamos conceptos “fetiches” que se utilizan para designar la significación a cada elemento que compone un entorno. Hemos creado este tipo de conceptos para materializar nuestra abstracción de lo que pasa por nuestra mente (si es que en verdad existe), los hemos creado para poder transmitir nuestra concepción de lo que está dentro y fuera de nosotros. Pero todo es un “invento” para que los otros terminen de construir nuestro inventos, que al fin y al cabo ya no sería nuestro, sino colectivo.
Perdimos toda individualidad al ingresar a la sociedad, perdimos aquello que solo existía para nosotros, pero si no lo hubiésemos hecho, no se lograría la construcción de la misma sociedad y por tanto no habría la posibilidad de tener todo un contexto lleno de cosas nuevas aportadas por nosotros y para nosotros. ¿En verdad valió la pena despojarnos de lo que por origen era nuestro? Al plantear todo esto, nos volvemos parte del sistema sígnico que analizamos, nos pierde y nos orienta, nos engaña y aclara en la perspectiva cotidiana de la vida social. “Cuando lo analiza, traiciona una extraña propensión emotiva y manifiesta un complejo no resuelto de amor-odio; hasta tal punto que surge la sospecha de que la primera y más ilustre víctima de producto de masas sea el propio crítico” (Eco, Umberto. cit.ant. pág.37)

En nuestra comunicación por tanto la semiótica juega un papel muy importante.
Ese lenguaje de signos es manipulado por la mayoría de las personas para cambiar el significado de lo comunicado, ya sea para bien o para mal.
En este caso la interpretación del mensaje puede ser tomado de diversas maneras dependiendo del contexto de desarrollo y teniendo como agentes de cambio a los factores externos que envuelven al individuo en su cultura.
“Toda definición del fenómeno en términos generales corre el riesgo de ser una nueva contribución a aquel carácter genérico típico del mensaje de masa.”(Eco, Umberto. cit.ant. pág.43)
Lo individual se hace colectivo, y en este sentido lo cultural toma diferentes aspectos, como la interpretación que se le puede dar a las producciones culturales.
Un ejemplo claro son las expresiones artísticas pictóricas, como las de René Magritte. En su trabajo destaca la interpretación más allá de lo que podríamos observar en sus cuadros, con lo simple logra que el espectador se pierda en los límites de su imaginación y el significado. Los objetos representados, tienen un significado claro si son analizados individualmente, pero al verlos juntos, su estructura cambia para llevarnos a descubrir más que un objeto, todo un mundo de posibilidades al cambio de la significación y también la forma de concebir nuestra realidad.  “Cuando, después de un viaje a través de la obra de Magritte, el espectador vuelva a la realidad cotidiana, su percepción de las cosas habrá cambiado, su visión de lo real se habrá renovado por el contacto de lo posible…” (Everaert-Desmedt, Nicole: ¡Ya no hay cosas ordinarias! Interpretación semiótica de la obra de René Magritte: pág.77)
Además de este tipo de significaciones presentes en toda cultura, existen un sin fin de obras que esperan ser significadas en la forma propia del individuo perteneciente a todo un contexto social.
Solo queda buscar el significado del significado, es decir, que representa para nosotros.
Esa búsqueda se hace inconscientemente en nuestras acciones diarias. Es bueno cuestionarse sobre todo esto, después de hacerlo podremos manipularlo y orientarlo hacia mejores formas de análisis y el signo será ejecutado de diversas maneras, tantas que se tendrá que volver a hacer un estudio, y así nunca acabar. Pero ahí es donde se encuentra lo interesante de todo esto en la superación continua de lo ya establecido.
Aunque esa búsqueda ya está establecida, establecida por nosotros y nuestra gran sociedad.

El mito del súper hombre

La invención de un hombre con poderes súper humanos, no es más que el ideal a alcanzar por todos los habitantes de este planeta.
Este hombre es una falsa perfección que la sociedad ha plasmado en historietas, donde es su historia, la que nunca cambia y sigue siendo un símbolo de status perfecto para seguir, alcanzar, anhelar.

Cuando pensamos en superman, inmediatamente nos viene a la mente una fantasía idealista, en el ser extraordinario, que, gracias a cualidades fuera de lo común tiene una vida perfecta y puede hacer cualquier cosa para hacer felíz, más no ser felíz por completo. Hemos construido un hombre que vive el sueño de cualquiera, pero sin darnos cuenta que todo poder conlleva a una responsabilidad.

Creemos que al ser superdotados todo tendrá solución y cualquier obstáculo podrá ser eliminado, pero no nos damos cuenta que el propio superhombre que ha sido creado, es incapaz de ser plenamente felíz aún con superpoderes, pues tiende a ser finalmente una extensión de la propia humanidad insatisfecha por su ignorancia e indiferencia de las cosas que la rodean y que podrían llegar a convertirla en una utopía, si es que se diera cuenta de esto.

El hombre, en su afán de superarse a sí mismo, ha tratado de eliminar aquello que lo debilita según su concepción. Ha intentado escapar del tiempo que tanto lo atemoriza, porque sabe que tiene un principio y un fin, sabe que nada puede hacer contra el tiempo, eso que lo mide en cada acción y que en cierto modo lo limita. Así, todo lo que está dentro del hombre, todos los temores y deseos son reflejados en este superhombre, lleno de signos los cuales lo hacen identificarse con cierta comunidad.

Superman no es el único ideal que existe de un hombre perfecto, cada comunidad acepta cierto arquetipo con el cual se siente identificado, pues tiene características propias de la región así como un lenguaje simbólico que lo hace representativo a un grupo social determinado.
Muchas veces este ideal esta limitado a una zona, pues para algunos este símbolo puede significar un ideal a perseguir, y para otros será totalmente desconocido, pues los signos que lo rodean nada tienen que ver con su concepción de un ideal.

Si para la mayoría de la sociedad capitalista un superhombre es aquel que tiene superpoderes, es ágil en cuestiones sentimentales y salva de los malos a gente común, para otras culturas ajenas a este tipo de ideal, un superhombre será aquel que es capaz de seguir las normas de su comunidad y cumplir con su deber, así como ayudar a los demás sin tener superpoderes, o sea, tener una conciencia cívica y política sin la necesidad de utilizar cualidades extranormales.

Vivimos en un sistema de iteración, dónde se plasma una idea por varias generaciones, haciendo más difícil el cambio en la ideología común, pues el hombre es quien se ha autodeterminado como un ser que está encauzado por su pasado, haciendo más difícil dicho cambio, pero a la vez sin ser realmente buscado, pues es esta iteración la que nos hace querer volver a escuchar y pensar en la misma historia, tantas veces repetida.

El ser humano tiene miedo al cambio, pues se siente seguro en ese sistema conocido, no importando si existe inconformidad o no. Cuando el cambio es logrado, aunque sea parcialmente, se vuelve al mismo tipo de sistema anterior, con diferente nombre o concepción, pero la misma estructura. Es por eso que se busca un ideal, porque sabemos que no cambiará y que por más que lo haga, seguirá siendo el gran ideal para todos.
Un ideal lleno de signos que lo determinan como parte nuestra y que nosotros mismo somos los que le concedemos dichos signos, para que podamos vernos reflejados y no perdernos en nuestra propia transición de adopción de signos, aunque no nos demos cuenta.

La Raza Cósmica

Desde los orígenes, el hombre ha tenido una herencia psicológica y étnica, arraigada a las circunstancias de evolución de sus antepasados.
La mezcla de castas ha surgido desde el origen del hombre, ya sea por invasiones o por desplazamientos en busca de un mejor territorio por habitar.
Las principales razas que fueron base del mestizaje fueron, la negra, la india, el mogol y el blanco, siendo este último el puente de la creación en el gran mestizaje.

La civilización mesoamericana es una de las más antiguas, sino es que la más antigua de todas. Se considera una repoblación al momento en que el blanco, proveniente de Europa, trae consigo un bagaje de cultura heredada de sus antepasados jamás descubiertos en la América.

En el caso de los americanos, específicamente los de América del sur, encuentran en sus raíces de los hispanos, quienes tomaron ventaja ante los sajones en un tiempo crucial para el redescubrimiento de tierras puras. Tras un proceso muy largo de conquista, el conquistador español desperdicia el arrojo con que se lanzó a buscar nuevos territorios, al establecer sus ya implantadas tradiciones monárquicas.
El intento de imitación al Imperio romano fue lo que fulminó la organización, así como en otro tiempo lo llegó a hacer con Italia y Francia.

En contraste, la nueva raza sajona establecida al norte del continente, logró un avance tras la emancipación de un gobierno atrasado socialmente y logró el equilibrio en su sociedad, con miramientos hacia el futuro y la construcción de una raza poderosa orgullosa de su liberación y adoptando los mejores modelos de sus antes opresores.
Mientras tanto, el hispano, tras una independencia, terminó renegando su origen, prefería mil veces haber descendido de un sajón que de un hispano.
 He ahí el problema de nuestra raza, nos negamos unos a otros, tratamos de sobresalir individualmente, cuando no nos damos cuenta que la colectividad es lo que hace falta para el surgimiento de una raza fuerte y próspera. Las columnas fuertes no caerán con facilidad, las bases deben ser fuertes, pero si negamos esas bases, ¿que será de la construcción futura?

Sedientos de poder, recién liberados, nuestra raza hizo y deshizo a su antojo, no importando las negligencias, traiciones y corrupciones que tuvo que cometer para alcanzar un poco de ese sueño dorado que es el sueño sajón. La división poco a poco fue horadando el único planteamiento evolucionista en nuestra raza. Faltó decisión, sobró vanidad.

Un hecho clave para todo este desastre, fue nuestra propia geografía, incapaz de comunicar con rapidez lo que acontecía en tal lugar; así se fue postergando la información de ideas renovadoras que talvez nos hubiesen hecho tomar decisiones más acertadas, o por lo menos, hacer del intercambio de información y mercancía entre las colonias Americanas, algo más sencillo, talvez hubiese florecido el comercio entre nosotros y seriamos capaces de un intercambio cultural mas enriquecedor en varios aspectos sociales

Este intercambio fue, sin duda, un suceso de suma importancia, pues, al combinar ideologías europeas con las indias, se dio paso a lo que hoy conocemos como la quinta raza, una raza que tiene todos lo beneficios para triunfar en el mundo. Pero ha sido genéticamente modificada al buscar la perfección estética en la procreación de nuevos individuos. Tal vez esto traiga consigo un nuevo código de valores, dónde se buscará la perfección física e intelectual.
Es cierto, se busca una perfección, pero siempre orientada hacia la evolución que el ser humano debe entender desde una ética natural, donde prevalezca el amor por el mejoramiento de las sociedades, y sobretodo, el renacer de la latinoamericana, desde una visión hacia el progreso, sin olvidar las bases que han hecho de estas naciones lo que son ahora. La aceptación del origen augura un futuro firme, donde las acciones contribuirán al equilibrio entre los pueblos del mundo.

Bibliografía: Vasconcelos, José. La raza cósmica

La Ciencia, su método y su filosofía

El hombre en su afán de entender y explicarse lo que sucede a su alrededor, emprende la búsqueda de respuestas y para esto ha creado la ciencia.
Definida como el conocimiento racional sistemático, exacto y verificable, que como actividad pertenece a la vida social.
Ésta se divide en dos segmentos: la Ciencia Formal y la Ciencia Fáctica.
La primera es también conocida como ideal, es de carácter deductivo, plantea axiomas (fórmula bien formada e un lenguaje formal que se acepta a través de una demostración), su aplicación en general va desde la lógica hasta las matemáticas.
La Ciencia Fática se trata de una observación, experimentación e interacción con el fenómeno. El conocimiento aplicado es empírico, que puede clasificarse como racional y objetivo. Racional debido a el uso de conceptos, juicios y raciocinios aplicados en ideas no tan nuevas que están organizadas en sistemas de ideas, llamados teorías. Y objetivo porque concuerda aproximadamente con su objeto además de verificar la datación de las ideas a los hechos (observación y experimentación).

Para nuestro interés, entraremos en el Conocimiento Científico Fáctico, el cual parte de los hechos y siempre vuelve a ellos. Intenta describir los hechos tal como son para así tener una observación más objetiva. Incluye datos empíricos y cuantitativos (tablas, gráficas).
Además presenta trascendencia en los hechos, para esto, descarta los algunos hechos produciendo y explicando nuevos. Racionaliza la experiencia en lugar de limitarse a describirla.

La Ciencia es analítica, descompone los problemas en elementos para descubrir el mecanismo interno del fenómeno. Esto puede ser crucial en una investigación, ya que para entender el todo, se deben analizar sus partes y de esto descubrir cuales no funciona o causan el cambio en el fenómeno.

Este tipo de conocimiento científico es claro y preciso, no puede andarse por las ramas, debe tener resultados claros desde el momento en que se plantea el problema, partiendo de nociones específicas y definiendo la mayoría de los conceptos, para esto debe crear lenguaje artificial que será usado para el hecho que se investiga, así, mostrará un específico resultado que se plasme en el lenguaje utilizado para describir al fenómeno.

Un factor importante del conocimiento científico, es el deber del científico de externar los resultados y conclusiones a los que se ha llegado, pues el conocimiento debe ser universal y si restricciones. Bastante importante tener el juicio necesario para hacerlo, pues así, se mejorará el conocimiento que se haya conseguido y talvez alguien más lo perfeccione.

No se puede dejar el conocimiento en el desorden total, debe contener un sistema de ideas conectadas. Hipótesis, que planteará la solución o el posible resultado del hecho en el cual se trabaja, para esto se partirá de pautas generales a las particulares para que el hecho sea lo mas claro posible y de esta forma, la investigación culmine de la mejor manera y con los propios resultados.

Al realizar la búsqueda de información del conocimiento científico, se toman en cuenta las leyes naturales y sociales que rigen un hecho, es aquí donde se separa lo natural de lo social, pues al hacerlo se encontrará una inferencia eficaz sobre la separación de ambos factores. Así, se buscan repuestas básicas a las preguntas ¿porqué? y ¿cómo? a manera de explicar el fenómeno, tratando de que la investigación no tenga barreras que puedan obstaculizar el conocimiento.

Nos resulta útil el uso del conocimiento científico, ya que se busca la verdad en el proceso, y es aquí donde el ser humano puede encontrar las respuestas que siempre ha buscado desde el inicio de su vida. La respuesta puede ser sencilla o ser muy complicada para comprender, pero gracias a la investigación realizada en este conocimiento, se puede deducir la respuesta y comprenderla de una manera más favorable. Se aprenderá a tomar control de los fenómenos que están a nuestro alrededor para alimentar los deseos de respuestas de la mente humana.
El conocimiento científico consta de procedimientos ordenados para llevar a cabo la investigación. Esto es conocido como un método, el método de la ciencia.
Este método presente niveles de conocimiento tales como el estético y el gnoseológico. No debemos dejarnos llevar por ninguno de los dos, pues la investigación podría ser manipulada por dogmas que intentan prevalecer en el conocimiento científico, opacando otras ideas. Para esto, se ha instaurado la veracidad y la verificalidad, la primera es una evidencia que la mente de cualquier individuo puede plantear por razones empíricas y aunque sea verdad, necesita ser verificada, es decir, comprobar mediante un proceso que lo que se propone tendrá tales resultados o provocará los efectos que se plantean.          
Ciertas veces el conocimiento científico puede tener resultados inesperados y poco convenientes e incluso ir en contra de la intuición popular, es por esto, la importancia de la verificalidad, para ser tomado en cuenta como científico.

Se necesita partir de una técnica del conocimiento que introduzca satisfactoriamente a la investigación, y existen ciertas normas ha seguro para que le planteamiento tenga éxito, como la ordenación de datos (debemos recordar que toda investigación científica es sistemática) la cual llevará a la idea de una completa y exhaustiva revisión de todas las fuentes que se usen para el desarrollo del hecho.
Antes, debemos plantear lo que vamos a indagar, sobre que, cuanto, como, donde y porque, después, vendrá la comprobación mediante la aplicación de experimentos. Además surgirán métodos teóricos, para comprobar los resultados, es decir, se crearán métodos para verificar la investigación. Serán teorías que se contrastan con los hechos.

En resumen, el método científico no es un dogma más, pues se esfuerza por indagar más allá de lo que ponen frente a él, se encarga de formular preguntas para tratar de explicar algún fenómeno que le interesa y aunque el resultado no sea de lo más conveniente para el investigador, por el simple hecho de llevar a cabo el método científico, descubrirá más cosas de las que pensaba. Es interesante saber que el hombre tiene la capacidad de llevar a cabo estos registros e investigaciones porque cada día que experimenta con la ciencia, va creciendo en el saber y el desarrollo individual y a la vez contribuye al social.
Bibliografía
Bunge, Mario. La ciencia: su método y su filosofía. México: Nueva Imagen. 1989, 1992